Ulises Gutiérrez Llantoy: “Soy un narrador oral que narra por escrito”

La reedición de su libro de cuentos The Cure en Huancayo motiva esta conversación con el escritor Ulises Gutiérrez Llantoy, quien nos dice, entre otras cosas, que la literatura y la ingeniería tienen mucho más en común de lo que muchos pensamos.


Por Jaime Cabrera Junco

Un escritor suele recurrir a sus recuerdos y vivencias para transformarlas en nuevas historias. Algunas veces deja pistas de tal forma que un lector desconfiado piensa que nos está contando parte de su vida. Sin embargo, ya lo decía Julio Ramón Ribeyro en su decálogo, la hisrtoria si es real debe parecer inventada, y si es inventada, real. En la obra de Ulises Gutiérrez Llantoy no podríamos decir que nos cuenta su vida tal como pasó, sino que son sus experiencias bajo el tamiz de la ficción. Así, por ejemplo tenemos su libro de cuentos The Cure en Huancayo, publicado en 2008 y recientemente reeditado por la editorial Planeta. Como también sus novelas Ojos de pez abisal (2011) y Cementerio de barcos (2019), esta última un homenaje a sus años en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). En su escritura encontramos la impronta de la narración oral, de allí que no sea solo una frase ingeniosa el hecho de que Ulises Gutiérrez sea un narrador oral que narra por escrito.

En el cuento “Pintas en Civiles”, de tu libro The Cure en Huancayo, le preguntan al personaje principal: “¿Narrativa? ¿Qué hace un ingeniero estudiando eso?” Parafraseando la interrogante, ¿qué hace un ingeniero dedicado a la escritura

Creo que todos los seres humanos, independientemente de la región cerebral que gobierne nuestras preferencias por las ciencias o las letras, más allá de la profesión que ejerzamos, tenemos la necesidad inmanente de que nos cuenten historias y de contar historias también. En mi caso, ambas necesidades conjugaron sin problemas y aquí estamos.

 

¿Tienen algo en común la ingeniería y la literatura? 

Muchísimo. Más de lo que lo que muchos imaginan. Cuando estudié narrativa y por fin le eché manos a las técnicas de narración me di cuenta que contar cuentos se parece mucho a resolver problemas matemáticos: ambos empiezan con la presencia de un conflicto y ambos terminan con la solución de ese conflicto; en ambos, la belleza, el arte en la solución del conflicto, subyace en la tensión a la que son sometidos los personajes, las variables; en los giros, las salidas inesperadas, en las ecuaciones a las que apela el narrador. Ese “Por lo tanto, X igual a…” nos da la misma emosión que nos da el “y fueron felices por siempre”.   

 

¿Cómo ha sido y cómo es tu relación con la literatura? Es decir, cómo fue el paso del lector al escritor.

Mentiría como un político en campaña si dijera que desde pequeño soñaba con ser escritor. Desde pequeño me atraparon sí las historias. En Colcabamba, el pequeño pueblo huancavelicano en el que nací y viví la niñez, en una epoca en la que allá no había televisión, crecí escuchando los narraciones orales de mis paisanos, leyendo historietas mexicanas, argentinas, españolas que llegaban a nuestras manos para mostrarnos que el mundo era redondo. Con la adultez fui descubriendo la belleza y el conocimiento que encierran los libros y entonces empezó a aparecer en mi cabeza la voz interior que me traían los recuerdos, la imágenes que me marcaron en la vida. Poco a poco esa voz empezó a dictarme las historias que están en mis libros.

 

En tus obras, desde The Cure en Huancayo hasta Cementerio de barcos, se percibe una presencia importante de la oralidad. Revisando algunas entrevistas que te han hecho, destacabas la influencia de tu abuelo contador de historias. ¿Cómo ha sido el trabajo del lenguaje oral en la narrativa? 

La narración en primera persona, y por ende la narración oral, es la técnica narrativa en la que me encuentro más a gusto, más cómodo, y eso, seguramente, se debe a que mi primer acercamiento a la narrativa fue a través de mi abuelo, mi madre, mis paisanos colcabambinos que siempre tenían una historia que contar: había que verlos llegar al patio de mi casa, por cualquier razón, ¡hamullayki, mamay!, diciendo, y al rato ya estaban sentados sobre el batán contando alguna historia. Soy un narrador oral que narra por escrito.   

 

Hay en tu narrativa una mirada al pasado desde un presente, como si el narrador (que no digo autor) estuviera en búsqueda de un tiempo ya ido o perdido, a lo Proust. ¿Cómo defines esta exploración de la memoria personal que planteas en tus textos?

Dicen que las cosas no han sucedido si es que no han quedado escritas. Quiza por eso me empeño en contar las historias de las que he sido testigo privilegiado, las historias de las cosas que me han pasado; pero sobre todo, de las cosas que ojalá me hubieran pasado.

 

¿En esta narrativa de la memoria has encontrado una veta en la que piensas seguir ahondando? ¿o hay acaso una manera distinta de contar que te interesaría probar?

Vengo de una generación marcada a fuego por los años del terrorismo y la mala economía.  Era imposible no hecharle mano al recuerdo de esos aciagos años, a las historias de los que fui testigo, a las historias de mis amigos, a las historias que me contaron, para escribir mis primeros libros. Supongo que ya las exorcisé, de manera que ahora cada vez le echo más mano a la pura ficción. Aunque, claro, la memoria es tan traicionera que cuando menos lo imaginas te enrostra un nuevo recuerdo.

 

¿Qué autores de la literatura peruana reconoces que te han influido como autor? 

José María Arguedas, Gregorio Martinez, Julio Ramón Ribeyro, Edgardo Rivera Martinez, Mario Vargas Llosa y un largo etc.

 

¿Eres un escritor de fines de semana? ¿En qué momentos te dedicas a escribir y si acaso hay alguna circunstancia particular que necesites para ello?

Soy ingeniero de 8 am a 5 pm y escritor de 7 pm hasta que ya no soporto el dolor de espaldas. Los fines de semana, lo mismo, pero al revés. En mi caso, el ingeniero mantiene al escritor.

 

¿Cómo es el proceso de escritura en tu caso? ¿Escribes a mano, directamente en la computadora? ¿Trabajas varias versiones de un mismo libro? Cuéntanos, por favor, cómo has ido definiendo estas etapas desde que concibes un libro hasta que lo cierras definitivamente. 

Escribo directamente en la computadora. Antes anotaba algunas ideas en un pequeño moleskine, pero con todas las herramientas que disponemos en los smartphones hoy, incluso eso de anotar a mano ha quedado relegado. Escribo varias versiones de un mismo texto, por supuesto; los dejo reposar por unas semanas, unos meses y al retomarlas, decido si continúo con alguna de ellas, si las desecho, o incluso si opto por una tercera versión. Luego: revisar, corregir, revisar, corregir hasta que nos duela la espalda otra vez. El tiempo es un gran consejero y un gran editor.

 

    

¿Por qué seguir escribiendo habida cuenta si tu sustento principal viene de la ingeniería y existe la sensación de que la lectura le importa a muy poca gente?

Bueno, yo escribo por la misma razón por la que todas las mañanas corro las cortinas de mi habitación: para sentir, para observar la luz del nuevo día. Escribo porque de lo contrario sería peor.

  

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE ULISES GUTIÉRREZ LLANTOY

1. El legado quechua, de Raúl Porras Barrenechea.

2. Crónica de músicos y diablos, de Gregorio Martínez.

3. Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño.

4. El mundo ha vivido equivocado, de Roberto Fontanarrosa.

5. País de Jauja, de Edgardo Rivera Martínez.