Martín Fierro Zapata: El zorro underground, ni de arriba ni de abajo

Presentamos un artículo que nos acerca a la obra de este escritor jaujino, que nutre sus narraciones de la tradición oral andino y se expresa más con  la sensación que con la percepción de la realidad.

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Por: César Sánchez Olivencia*

Es un cholo que no ha nacido en Miraflores por eso nunca le ha  interesado el problema de La ciudad y los perros. Es, más bien, un hombre nacido en Jauja, que cuando escribe un cuento, escribe poesía en el  cuento, y  cuando escribe poesía,  escribe un cuento en la poesía. Juega con fabulaciones, parábolas y un  poco de realismo-mágico costumbrista: unas veces, etnocentristas; otras, político-sociales. Admira más a su paisano Edgardo Rivera más que a Vargas Llosa. Intentamos retratar al escritor ‘underground’ Martín Fierro Zapata

La cosmovisión del mundo andino ha tenido sus orígenes en la oralidad didáctica. Los pueblos preincaicos e incaicos hicieron bellas composiciones literarias en las que expresaban sus pensamientos, sentimientos y enseñanzas que relacionaban al hombre con la tierra. Testimonio de su escritura se registra parcialmente en los kipus. La enseñanza de las manifestaciones literarias estaba a cargo de los amautas, encargados de transmitir la cultura oficial del Imperio a las élites del poder y, de otro lado,  los haravicus, que difundían las creaciones populares. 


EL ZORRO MARTÍN

Martin Fierro Zapata es un  hombre que «vive» en el mundo mítico de la cultura peruana precolombina y que con estilo de haravicus relata para el mundo actual -en el que ha llegado a sobrevivir su existencia con absoluta libertad kantiana en  una oficina de la Universidad Ricardo Palma– todo lo que es capaz de sentir y percibir con su alma de zorro ni de arriba ni de abajo. Un ser con mucha vibración del antes y poca estridencia del ahora. Una síntesis extraña para la crítica formalizada: un prosista poético underground.

Con el subconsciente o  con el consciente, Martín expresa su concepción: 

«Los pueblos preincaicos e incaicos tuvieron una rica y excelente literatura «escrita» con el sistema de los kipus, tokapus y de las kellkas, aún no descifradas a cabalidad hasta la fecha. Expresaban sus pensamientos y sentimientos en bellas composiciones literarias. (…) nuestros ancestros crearon  y desarrollaron una abundante variedad de especies y  géneros literarios». 


El viejo jaujino sostiene que «Los ayllu-runas, o gentes del ayllu, crearon y desarrollaron el  yachachii, o género didáctico», como fábulas,  adivinanzas,  cuentos,  narración extensa,  y otras formas literarias de enseñanza colectiva. Indica que «como vivieron en íntima comunión con la naturaleza   y  con su realidad circundante, sus expresiones artísticas reflejan y transfiguran ese binomio hombre-tierra». 

La literatura que refiere el autor de Cuentos del abuelo grillo, se caracteriza por su oralidad, que formaba parte del quehacer cotidiano: ritualización de las fiestas, funerales, nupcias, guerras, entre otras actividades  tradicionales. Se trataba de creaciones colectivas. La fuente de inspiración era la  agricultura y la ganadería, base económica del imperio.  El panteísmo transmitía su fuerza a la tierra, animando con cualidades humanas a la naturaleza: una literatura de clase popular.

Martín Fierro Zapata siente, piensa y escribe:

«Hanan y Hulin Atoq  son zorros de las quebradas y caminos de Kayllaqta. 
Allí vivieron su infancia y juventud. Aprendieron de la gente mayor y de la naturaleza, la ciencia y la técnica aplicadas a  su realidad.
Días que se acaban, días que comienzan.
Unas cosechas, otras sequías.
El agua del tiempo escurriéndose en río indetenible por debajo del puente.
Hanan Atoq  sigue sembrando  y  tratando de cosechar en Kayllaqta. Con el alba su figura telúrica es permanente y  siempre visible. 
Es cierto que le explotan. Hoy mismo le tienen marginado, aplacando su rebeldía con reformas y  calmantes sociales. 
Pero, su paciencia de indio y capacidad de supervivencia, le han convertido en terco creyente  de un tiempo mejor.»


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Aquí está su fabulación, su realismo mágico y su mensaje político social. No reclama una revolución, pero revela que la situación del indio es un caldo de cultivo para el conflicto. ¿Es un  discurso político social con etiqueta de cuento de ficción?; es un relato realista con etiqueta de arte mayor. El lenguaje es directo y emotivo y con estilo. No cultiva los efectos técnicos de la narrativa occidental del boom literario pasado ni presente. Es un cuento de Martin Fierro Zapata.

Entonces pensando:

«Hanan cree en su origen  y  pasado. Sabe que es descendiente del arco iris  ¿Que no? ¿Que la ciencia? Mientras esta no supere la supuesta falsedad del mito, él seguirá orgulloso de su procedencia.

De la historia de su pueblo nadie duda. Sólo que Hanan lo aprecia y lo valora mucho más. Porque, al  visitar pueblos vecinos y escuchar noticias y realizaciones de allende los mares, se ha convencido que en todas partes se cuecen habas. 

Y la floración de la  cultura depende de la estación de cada pueblo. No hay, dice, una cultura que valga más que la otra. Por ejemplo, un wayno es tan melodioso como un rock o una música tropical, sin necesidad de tergiversarlo o  traicionarlo por un plato de lentejas mercantilizado».

El cuento del escritor andino es una especie de  crossover ficcional del origen y evolución de la cultura peruana, que en extraña síntesis (¿simbiosis?) es un producto en proceso de mestizaje, que resulta abortando toda suerte de amestizados, aculturados, contraculturados y hasta, cultochicheros,  (que aún existen fuera  de moda). Parece una especie de ensayo de la realidad peruana en tiempo de story tale. 

Piensa y pensando:

«Sabe él de dónde viene y hacia dónde va. Aprecia y  valora su cultura. Se nutre de sus propias raíces. Y asimila los progresos de otras latitudes, sin dejarse asimilar ni aculturar. En  consecuencia, él  es un indio culto.
Mira y ve el mundo con los ojos de su pueblo de Kayllaqta. Juzga y actúa desde el punto de vista del terrígena cósmico, del aldeano y provinciano universales.

Pero él no está solo en su manera de pensar y sentir. En estado de latencia y guía espiritual, están con él arawikos y amautas como Vallejo, Mariátegui, Churata, Arguedas  y otros anónimos que no publican libros, pero hacen oralidad literaria y cultura, generación tras generación.»



LA LUCHA DE LOS ZORROS OPUESTOS

Martín Fierro Zapata escribe con el alma andina y se expresa más con  la sensación que con la percepción de la realidad. Describe más que explica, pero sus parábolas son inequívocas. Es un zorro underground, que no es de arriba ni de abajo. Fluye en un punto al que muchas veces el lector y el crítico no pueden acceder, porque no dominan el contexto cultural de la narración andina, dado que «Si usted no es de Kayllaqta, quizás no le interesa el asunto». 

Luego dice al final de su historia:

«Los dos zorros están en conflicto cultural.
Y  los pobladores de Kayllaqta  y  sus aledaños ven, en cada aurora, al  indio culto  versus  cholo instruido, en combate incansable.
Uno de ellos es Hanan; el  otro, Hulin.
¿Cuál de los zorros  vencerá?
Si usted no es de Kayllaqta, quizás no le interesa el asunto. 

Pero, la síntesis cíclica del pachakúteq, o  retorno a las raíces propias para la renovación del mundo, requiere de su opinión y participación en la contienda, para el abrazo definitivo entre los zorros y hombres y dioses de toda la Tierra». 

(Cuentos del abuelo grillo).
*César Sánchez Olivencia. Periodista, escritor y administrador de empresas nacido en el Callao. Ganador del Concurso interuniversitario de poesía y cuento 1985. Autor de Hezpez (poesía), Pasado, presente y futuro del Callao (reportaje histórico), e Historia del Callao, ex director de la revista peruana de cultura Creación.


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