Lindisfarne y «Lady Eleanor»: las lecturas poeanas de Alan Hull

 

La influencia de Edgar Allan Poe en la cultura es inconmensurable. Prueba de ello son los muchos escritores, artistas, músicos que reivindican a Poe como un padre putativo. Alan Hull, compositor y vocalista de Lindisfarne, leía por gusto al macabro bostoniano.

Por Christian Ávalos Sánchez
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La historia del grupo de folk rock británico Lindisfarne comenzó con una suerte irónicamente poeana: después de la adopción de un nuevo nombre y de la incorporación de su histórico vocalista, Alan Hull, lanzaron su álbum debut Nicely Out Of Tune, en 1970, el cual pasó desapercibido de forma injusta. Sin caer en el desánimo por este tropiezo, la banda siguió trabajando y un año después lanzó el segundo LP, Fog On The Tyne (1971), que alcanzó posiciones importantes en el chart británico, lo que les sirvió para volver a promocionar su primer disco, y esto les ayudó a que mucha más gente le prestara atención.

El single lanzado en 1971. Ignorada en un inicio, luego la influencia de esta canción fue tan grande que incluso mereció unas cuantas versiones de músicos de distinto pelaje, en la década de 1970.

El single lanzado en 1971. Ignorada en un inicio, luego la influencia de esta canción fue tan grande que incluso mereció unas cuantas versiones de músicos de distinto pelaje, en la década de 1970.

Gracias a esto, volvieron a ser valorados y relanzados temas como «Lady Eleanor», inspirado en el ambiente luctuoso y enajenado que envuelve a La caída de la casa Usher (1839), de Edgar Allan Poe (1809-1849). La importancia del poeta y narrador bostoniano, en cuanto a su influencia en las letras de su país y fuera de él, es indiscutible: autores tan disímiles y de tendencias tan distintas reconocen que la obra de Poe dejó también su impronta en ellos.

En los tiempos de la psicodelia

La influencia musical de Poe también es abundante: música clásica, óperas góticas o de rock, metal, folk o rock progresivo. Desde Serguéi Rajmáninov y Claude Debussy hasta Bob Dylan y Gustavo Cerati. La atmósfera de la literatura poeana ha sido siempre propicia para inspirar oscuras nostalgias y alucinadas historias de muerte o sinestesia. «Lady Eleanor», de Lindisfarne, es un claro ejemplo de ello.

Cuando el movimiento hippie mudó a su siguiente etapa, las ilusiones de amor, paz y florecitas rockeras quedaron de lado y, como sedimento, el legado para la posteridad fueron las drogas duras y las letras alucinadas de canciones de rock. La «expansión de la mente» para muchos creadores de la época era un paso necesaria para sentir cosas que un cerebro lúcido no sería capaz ni de cerca de aprehender. Juzgarlos con la corrección política del siglo XXI sería un error. Quedémonos más bien con los productos de estos procesos artísticos y valorémoslo por su legado posterior.

Usher vs. Usher

En el relato original de Poe, Roderick Usher era el compañero de aventuras de juventud de quien nos narra la historia, un tipo con cierta sensibilidad hacia las artes, pero también esclavo de una presencia o una maldición que parece inherente a la fatalidad de la familia Usher y que habitaba dentro de la casa. Tras la muerte de su hermana, quien sucumbe ante este cuco familiar, Roderick empeora notoriamente; su resquebrajamiento espiritual coincide con una serie de eventos cuyo visitante (y narrador) atestigua con espanto. La casa, no solo provoca la muerte de Madeline — a quien nuestro protagonista le profesa un amor un pelín incestuoso— y la total pérdida de la razón de su hermano, sino también su propia desaparición, su caída, su autodestrucción. Como no podía ser de otro modo dentro del universo poeano, Madeline vuelve de la muerte a llevarse a su hermano. Y la casa se los lleva a ellos dos. El narrador, luego de salir despavorido de la casa, es el único testigo del hundimiento de la mansión en la laguna contigua.

En el caso de esta canción de Lindisfarne, la primera pista de su disco debut —para muchos entendidos, el mejor trabajo de la banda—, Alan Hull utiliza las mismas figuras poeanas para contarnos, no precisamente el romance entre Roderick y esta Eleanor, sino el poder o influencia de ésta sobre las criaturas desvalidas, las cuales se abandonan en sus brazos para que ella los lleve a una placentera y demoniaca muerte. Toda una delicia para los emos.

El poeta retratado en uno de los pocos daguerrotipos suyos que se conservan, poco antes de su muerte,

El poeta retratado en uno de los pocos daguerrotipos suyos que se conservan, poco antes de su muerte,

En suma, inspirados en la historia de Roderick, quien finalmente es arrastrado a la muerte por su hermana zombi, Alan Hull compone esta canción, en la que un alma delirante escucha la voz de su amada Eleanor que lo guía por parajes de muerte, acompañada de un coro de demonios, y en cuyos brazos se abandona, percibiendo quizá que solo en su seno encontraría el alivio a sus males. O el sufrimiento eterno, dependiendo de que tan «gótico» sea quien escuche la canción. La psicodelia y Poe se unieron en macabra cópula.

¿Por qué Eleanor y no Madeline?

Portada de una compilación de relatos de Poe que usa un retrato post mórtem de Virginia Clemm (1822-1847), prima hermana y esposa de Poe.

Portada de una compilación de relatos de Poe que usa un retrato post mórtem de Virginia Clemm (1822-1847), prima hermana y esposa de Poe.

Pero Alan Hull no usa el nombre de Madeline en esta canción en apariencia inspirada en Usher y su casita de las brujas. ¿Tendría reparos con el tufillo incestuoso del cuento? Difícil. Es claro que el tema era cercano a Poe —segura víctima de las habladurías de la gente—, quien para cuando publicó el cuento estaba casado con su prima Virginia: en 1839, año de la publicación del cuento, Virginia tenía 17 años y Poe, 39. José José, sin duda, también leyó a Poe.

Talvez haya sido solo una variante eufónica. Preguntarle al propio Hull sería difícil, dado que murió en 1995. Es difícil imaginar el coro de esta canción como «Lady Madeline».

Sin embargo, hay otra explicación posible: En 1841 nuestro autor publicó un cuento titulado Eleonora, de corte bucólico y de final relativamente feliz, en el que el narrador nos cuenta sus años en el Valle de la Hierba Irisada, en donde vivió y se enamoró de su prima hermana Eleonora, cinco años menor que él y que muere víctima de una enfermedad. En el colmo de lo gótico, él jura que seguiría amándola luego de la muerte, juramento del cual el fantasma de su prima, en sueños, lo libera, para que sea feliz con su nueva amada, Ermengarda.

Es decir, Alan Hull, al parecer un fiel lector de Edgar Allan Poe, advirtiendo la cercanía de las historias de los Usher y de Eleonora quiso darle un final feliz a la trágica muerte de Roderick, quien vez de ser devorado por los tétricos brazos del zombi de Madeline, descansa en la alucinada paz de los brazos del fantasma de Eleonora (o Eleanor), quien le cubre los ojos con fantasmal seda y lo lleva por los parajes del infierno acompañado por un coro de querubines demoniacos. El amor estaba en el aire.

La canción en su versión original:

Luego de dos amagos de separación, en 1978, reunidos otra vez, se presentaron en un programa de televisión de Granada llamado A Little Summer Music: