Jorge Cuba Luque: “Actualmente escribo para acompañarme a mí mismo”

Conversamos con el escritor peruano Jorge Cuba Luque, quien reside en Francia y acaba de publicar una reedición de su cuentario Ladrón de libros, cuyas historias nos remontan al Perú de la década de los 80.

 

Por Jaime Cabrera Junco
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 Jorge Cuba Luque (Lima, 1960) había publicado en 2002 Ladrón de libros, un cuentario en el que destaca el relato del mismo nombre, así como otro titulado Preguntas y respuestas. Campo Letrado ha reeditado recientemente este libro en una impecable edición que fue presentada hace poco en el Centro Cultural de España. Los cinco relatos que nos ofrece el narrador tienen en común la visión del Perú de la década del 80, donde la crisis económica y el surgimiento del terrorismo golpeaban al país y obligó a muchos a pensar en el exilio como una vía para huir de esta pesadilla. Sin embargo, este contexto es apenas el escenario, pues a su autor más que lo político le interesa detenerse en el recuerdo, en la añoranza que experimentan sus personajes, casi todos jóvenes, profesionales o con aspiraciones a serlo. El humor funciona como un disparador para poner en contraste este contexto social y político. Aunque las comparaciones resulten odiosas, estos personajes tienen un halo ribeyriano, pero solo eso. Cuba Luque tiene una prosa sencilla que fluye, atrapa y entretiene. Sus cuentos no tienen frases trascendentales, son más bien las situaciones anodinas las que nos muestran una lectura entre líneas de la vida, aunque lejos de todo drama es la ironía la que nos recuerda los matices que existen en nuestra propia existencia. Como es un escritor que radica en Francia y del cual se conoce poco en el Perú nos pareció más que necesario charlar con él para que más lectores puedan descubrirlo y conocer la visión de su obra y del quehacer literario.

 

Vives en Francia desde hace más de 20 años y has publicado ya tres libros. ¿Cómo asumes tu condición de escritor? Si bien tu obra no ha sido muy difundida en el Perú esto no implica un demérito. Es quizás una actitud de perfil bajo.
Son en realidad cuatro los libros que he publicado, dos de cuentos, Colmena 624, Ladrón de libros,  la novela Tres cosas hay en la vida,  los “recuerdos” Yo me acuerdo. En cuanto a mi condición de escritor, esta es algo íntimo, muy personal pero constante. Estoy fuera  de todo circuito literario, pero para mí es algo importante, esencial, como lector, como escritor. Esto tiene sus ventajas pues te permite escribir con una cierta libertad pero también con la desventaja de ser un perfecto desconocido que no logra que le publiquen ni un microrrelato. En el fondo, es lo que me conviene aunque el precio a pagar sea la poca difusión de mis libros, pero ahí entramos ya en otro terreno, el comercial, que no es lo mío.

Sin embargo has comentado últimamente algunos libros publicados en el Perú. ¿Hay una necesidad de estar de alguna forma, de no desarraigarse totalmente?
Sí, he comentado algunos libros, aunque aclaro que no soy crítico literario ni he estudiado literatura, lo hago como un lector para el que la literatura es algo muy importante, y por eso en mis comentarios suelo poner el acento en la calidad del lenguaje, en el dominio del idioma. A propósito de estos comentarios, me ha dejado perplejo la reacción de algunos jóvenes escritores frente a mis observaciones en las que he subrayado lo que para mí son notorias deficiencias en sus libros: ellos y sus friends  me han “apanado” en las redes sociales. No me esperaba tal intolerancia, tal falta de autocrítica.

Cuando dices que es una forma de estar, de no desarraigarse totalmente, es cierto, hay algo de eso. A veces lo siento como una necesidad, de participar en el intercambio intelectual.

Estudiaste Derecho en San Marcos y viajaste a París en 1989. Dices que te fuiste no porque querías hacerte escritor sino porque querías irte del Perú. Era un momento crítico en nuestro país, muchos querían huir de la crisis, del terrorismo. ¿Cómo ves esto ahora?
A fines de los 80 acababa de recibirme de abogado, trabajaba en una aerolínea (lo que me había permitido viajar ya varias veces al extranjero), y el Perú se venía abajo. El país parecía no tener futuro, en lo afectivo me sentía mal, así que eché mano de las facilidades que tenía para ir a Europa y simplemente me fui, no para “hacer carrera de escritor”.  Tal vez pude cambiar de nombre y enrolarme en la Légion Etrangère tras hacerme el tatuaje de un corazón acuchillado, o integrar  la tripulación de un barco ballenero al mando de un capitán pata de palo, pero opté banalmente por devenir en inmigrante, así que no me fui para ser escritor. Cuando evoco el tiempo aquel me viene la tristeza, ya no solo personal, sino por todo lo que entonces afectaba al Perú: la actitud infame del gobierno, el delirio criminal de Sendero Luminoso.

CubaLuqueFoto2En tu obra está presente el recuerdo, aunque tus historias no tienen una mirada política, el contexto social y político aparecen como telón de fondo. ¿Hasta qué punto eres consciente de esto?
Efectivamente, en mis cuentos, en mi novela, la política no es el tema central son el marco en el que los personajes se desenvuelven. Nunca he sido militante político pero, desde luego, como ciudadano tengo una visión política aunque la separo de lo que es mi creación literaria. Este tema lo tengo bastante claro, y no me plantea problemas al momento de elaborar mis ficciones.

 ¿Esta mirada hacia el pasado del Perú se ve influenciada por la distancia?
Hace veinticinco años que vivo fuera del Perú, y en todo este tiempo he hecho solo unas cuantas cortas visitas. Necesariamente, mi mirada del país no es la misma de quien la vive en él de manera permanente. De ahí quizás uno de los rasgos de mis temas literarios que observas: el recuerdo.  Aunque ese “recuerdo” no es meramente evocativo sino una forma de cuestionamiento, individual, social. En mi libro Yo me acuerdo, inspirado de Je me souviens del francés  Georges Perec, hago una lista de “recuerdos” generacionales… a lo mejor es una lista de cuestionamientos, de búsquedas.

 Sobre tu cuentario Ladrón de libros, hay algunas características que llaman la atención. Me quiero referir principalmente al humor y a esta mirada hacia la década de los 80 en el Perú, el momento de la crisis tanto política como económica. ¿Cómo así fuiste pergeñando estos cuentos y si acaso estos elementos fueron definiendo su selección para el libro?
Los relatos de Ladrón de libros  están ambientados, en efecto, los años 80, esa década, dolorosa, perdida, para el Perú. La idea del libro, como suele ocurrir con los libros de cuentos, surge con uno de ellos, con el primero que escribí, el que le da nombre al conjunto, pero ya antes de terminarlo me surgió la idea de hacer un conjunto de relatos relacionados todos,  de una manera u otra, con lo que la sociedad peruana vivía entonces: crisis, desesperanza.  Con el cuento Ladrón de libros intenté hacer un paralelo entre la vida de un joven estudiante peruano que en París va cayendo en una crisis social y personal, y su país, Perú, que va hundiéndose. Casi de inmediato me vinieron los temas de los otros  cuentos del libro, y opté por el tono narrativo del humor, de la ironía; opté por narrar situaciones dramáticas con el registro de un cierto humor.

En cuanto al relato que da nombre al libro hay algunos elementos que aparentemente podrían resultar autobiográficos. A riesgo de parecer un lector poco avisado me gustaría preguntarte, ¿cuál fue el origen del cuento Ladrón de libros?
No sé si me habrías hecho la pregunta  si el libro se hubiera titulado Soy un asesino, y uno de los cuentos habría empezado con algo así como “A mi primera víctima la maté de quince puñaladas…”. Recuerdo que una tarde, en un café de París, mostraba el texto de Ladrón… a un amigo, cuando de pronto se aparece un chico peruano, y se sienta con nosotros. Leía un pasaje del texto que dice algo así como “…llegué a París en  tren, desde Amsterdam…”. M e interrumpe, y me dice “Pero, Jorge, tú llegaste en avión desde Lima”.  Lo autobiográfico más allá de la curiosidad, no es solo lo que yo haya vivido o no, sino aquello de lo que fui testigo o me llamó la  atención  o me impresionó.  En todo caso, si no te respondo directamente es porque espero la prescripción. Cuando llegué a Francia descubrí la FNAC, una cadena de supermercados de “productos culturales:  LPs (luego reciclados en CDs), DVDs, ¡y millares de libros! Algo impresionante. Entonces no existían las alarmas electrónicas, y algunos amigos me contaron que unos de los deportes más practicados en París era el de ir a la FNAC y adquirir unos libros sin pasar por la caja. Había verdaderos expertos en ese arte.

LadrondeLibrosFoto2¿Cómo es tu vida en Francia? Es común idealizar a la ciudad, pero ya el mismo Ribeyro se encargaba de desmitificarla o quitarle todo halo romántico.
Mi vida en Francia tiene dos etapas. La primera, en París, desde 1989 hasta el año 2000, la segunda en el sur, donde vivo desde hace ya más de diez años en una pequeña ciudad llamada Montauban. La vida en París puede ser fascinante, es una linda ciudad, el paisaje urbano está lleno de referencias literarias, históricas, creo  que hay unos quinientos cines, el doble de teatros, todas las noches hay no sé cuántas conferencias de Historia, Literatura… En un primer momento uno está hipnotizado por la dinámica de la ciudad, más si uno está interesado por cuestiones artísticas en general. Pero poco a poco va imponiéndose lo material: en París el precio de la  vivienda  es carísimo, y todas esas salidas con amigos requieren tener un ingreso económico. Cuando uno es joven esas cosas se llevan deportivamente, pero el tiempo pasa, y París es como una bruja mala que puede llevarte a la perdición: hay escritores que no escriben, pintores que no pintan, que se dejan llevar por los encantos de la ciudad.

Creo que yo estaba cayendo en eso. Se me presentó la oportunidad de hacer un doctorado en la Universidad de Toulouse, y dejé París. Empecé a trabajar como profesor de español en las escuelas secundarias, vivo en un ambiente francés, totalmente distinto al que frecuentaba en París; esta etapa me ha permitido conocer mejor Francia y los franceses.  Y bueno, como en todas partes, uno tiene que ingeniársela para darse tiempo para poder escribir.

¿Participas de la vida cultural allá?
Desde que me instalé en Montauban dejé de frecuentar ambientes literarios, aunque desde hace tres o cuatro años voy a París con cierta regularidad, cuando me invitan a alguna actividad literaria. Hay una nueva generación de jóvenes escritores y estudiantes peruanos, muy dinámica y bien formada, que ha tomado la posta.  Estoy en contacto con algunos de ellos.

¿Tienes algún recuerdo con algún escritor peruano como Julio Ramón Ribeyro? 
En París tuve la ocasión de intercambiar algunas palabras con Ribeyro, cuando presentó La tentación del fracaso, y  me autografió un ejemplar (le había contado que  una vez, en Lima, le había pedido un autógrafo, pero que mi libro se la cayó de las manos y firmó  el libro de otro admirador); también a Vargas Llosa, Bryce, cuando han dado conferencias. En París el contacto con ellos es quizás más fácil. Pero te confieso que no me interesa demasiado eso de buscar escritores famosos.

¿Cuál es tu visión de lo que se produce literariamente ahora en el Perú?
Después de un buen tiempo leyendo sobre todo literatura francesa y anglosajona, debido a la falta de contacto con el ambiente literario peruano, estoy más o menos al tanto de lo que se escribe en el Perú, y he entablado intercambio muy cordial y fructífero con jóvenes escritores; todo esto gracias a las redes sociales. Aun así, más de la mitad de mi biblioteca es de libros en francés, y no pocos en inglés.

¿Qué proyectos literarios tienes? ¿Estás trabajando en algún libro?
Estoy terminando una novela, y me he enfrascado en un libro sobre fútbol.

¿Por qué escribes? ¿La escritura para ti es un goce, una liberación o ninguna de ellas?
La famosa pregunta…Creo que la respuesta cambia con el tiempo. Actualmente escribo para acompañarme a mí mismo con personajes que reemplazan a personas que jamás encontraré. Vivo de manera un poco aislada. Así que los personajes y sus peripecias llenan un poco mi mundo.

 

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE JORGE CUBA LUQUE

  1. Les Misérables, de Víctor Hugo.
  2. The Call of the Wild, de Jack London.
  3. Conversación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa.
  4. Illusions perdues, de Honoré de Balzac.
  5. The Plot Against America, de Philip Roth.