Gritar sin hacer ruido: “Tres mujeres”, de Susanne Noltenius

Comentamos “Tres mujeres”, segundo libro de cuentos de la escritora Susanne Noltenius, quien a través de tres relatos nos presenta tres etapas distintas en la vida de sus protagonistas.

 

 

Por Jair Zevallos Morón

Las mujeres viven constantemente en crisis. Esto es lo que parece querer recalcar Susanne Noltenius con sus relatos. Desde su primer libro, Crisis respiratoria (Estruendomudo 2006), la angustia y la desesperación han sido las protagonistas. Sin embargo, no son angustias ni desesperaciones masculinas, explosivas, sino todo lo contrario: son implosivas y se cultivan en la mente de sus personajes. El punto de quiebre no está en la reacción. El lector que se aventure a pasar por las páginas de Noltenius no debe esperar una manifestación súbita y violenta de un estado de ánimo sino más bien una promesa de aquello, una promesa que, por cierto, no llegará a cumplirse y la fuerza residirá en el proceso, en el deterioro psicológico al que el personaje se verá sometido.

Nueve años después de su primer libro de cuentos, Susanne Noltenius publica Tres mujeres (Animal de invierno, 2015), un libro en donde los personajes parecen estar sometidas a lo terrible de la cotidianidad.  Como en su primer libro, Noltenius mantiene un estilo depurado, de frases limpias y adjetivos precisos, que nos remiten a escritores como Raymond Carver y Alice Munro, escritores que ella misma ha considerado como sus referentes más inmediatos.

La arquitectura de Tres mujeres es simple: se compone de tres relatos: divorciada, casada y soltera, en ese orden, un orden invertido que procura romper con los convencionalismos, así como el hecho de que las protagonistas pasen de tener más hijos a menos. A pesar de ser tres estados diferentes, estas mujeres tienen muchas similitudes, ya que todas sienten una incomodidad que las desgasta, pero que no pueden enfrentar directamente porque aquello presupondría desligarse del curso “normal” las cosas. Es entonces cuando recuerdo Wakefield, un cuento escrito por el norteamericano Nathaniel Hawthorne en el cual el personaje principal decide salirse de la línea de lo establecido y se ausenta durante veinte años para ver cómo se comporta el mundo sin él. El hecho es que después de una situación así ya no se puede dar marcha atrás y una vez fuera de la línea el retorno es imposible. A diferencia de Wakefield, las tres mujeres de los cuentos de Noltenius deciden seguir la línea y convivir con las dificultades que comprende la rutina.

El primer cuento, Divorciada, está narrado en primera persona y cuenta las dificultades a las que se somete una mujer luego del divorcio para rehacer su vida. Los temas centrales del relato son la maternidad y el trabajo. Su exesposo quiere la custodia de los niños porque él tiene una empresa propia y puede manejar sus horarios, mientras que ella trabaja como dependiente y tiene que dejar a sus hijos con la empleada. Además, el estrés que le genera el trabajo no le permite relajarse un solo segundo. El motivo por el cual ella enfrenta esta situación es el no haber renunciado a su trabajo para dedicarse por completo a las labores del hogar. Esta es la excusa que utilizó su esposo para la separación. Quedarse en casa era el precio para mantener su matrimonio. Y “no se trata de pagar precios, sino de mantenerse en el matrimonio”, dice una de sus amigas.

En el segundo cuento, Casada, el tema principal es la búsqueda de la felicidad. Las mujeres han crecido con la idea de que el matrimonio debe seguir la línea de los cuentos de hadas: un esposo solvente, una buena posición, una buena casa, hijos sanos… Sin embargo, nadie sabe lo que sucede cuando termina el cuento y aparecen los créditos sobre la pantalla en negro. Es entonces cuando todo se desmorona. La felicidad es más complicada que unas cuantas etiquetas. En este cuento, Marcela, la protagonista, ha sacrificado todo por sus hijos, pero es golpeada por la indiferencia y siente que casi no la toman en cuenta. Entonces, en uno de sus intentos por no ser absorbida por la rutina, se enamora de un aspirante a escritor en un taller de literatura. Es en ese momento en el cual descubre la plenitud, la intensidad, “el amor”, como diría Julián, su amante. Pero se obliga a sí misma a renunciar. No puede dejarlo todo, no puede dar el salto, porque aquello significaría un duro golpe, una marca de la cual no podrá librarse y ya no sería más la esposa perfecta, la madre perfecta, la estudiante perfecta, sino que se convertiría en un ser imperfecto, y a pesar de que la imperfección es una característica esencial del ser humano, ella decide renunciar a su humanidad para mantener una situación que en el fondo la hace infeliz.

El último cuento, Soltera, es el más elaborado y el que guarda mayor diferencia con los otros. Aquí se narra la historia de Ofelia, quien representa el estereotipo de mujer exitosa: tiene un alto cargo en una empresa prestigiosa; a pesar de sus casi cuarenta años se mantiene en una forma envidiable; es simpática; se lleva bien con su hija; y ha logrado sostener una rutina perfectamente funcional, la cual le permite vivir sin sobresaltos. El único problema que tiene es que la rutina le quiere anular la capacidad para cuestionarse y cuando está a punto de convencerse de que la única forma de ser feliz es no pensar de más y tratar de encajar en el lugar en el que se encuentra, conoce a Bruno, el nieto del dueño de la compañía para la que trabaja. Bruno es totalmente diferente a los demás hombres que ella conoce: es directo, aún no ha sido digerido por los rituales empresariales y es diez años menor que ella. Esto último parece un problema, ya que no coincide con lo “normal” o lo “correcto”. Pero Bruno es la única persona que le hace ver que siempre ha tratado de controlar todo al límite y que ya es tiempo de dejar que las cosas sucedan, que los demás puedan decidir por ellos mismos y que ella por fin pueda simplemente dejarse llevar.

En los tres cuentos, Noltenius nos cuenta con precisión cómo la vida de estas mujeres se va deformando al enfrentarse con la realidad. Estas mujeres han vivido dentro de una burbuja que se debilita cada vez más y con ello han descubierto de a poco la verdadera naturaleza de la vida. Todos tomamos decisiones, pero no hay nada más tortuoso que pensar en las posibilidades. Cuando el proceso de evaluar y elegir y replantear y reinventar y retractarse y evaluar nuevamente se instala en la rutina como una incomodidad doméstica, se forma un círculo en el cual tomar la acción es siempre una tarea pendiente y uno no tiene más remedio que gritar sin hacer ruido.