Fondo de Cultura Económica: 55 años de presencia en el Perú

 

La filial peruana del Fondo de Cultura Económica ha cumplido 55 años de participación en el Perú, la cual se ha dinamizado y abierto a muchas otras posibilidades más allá de la venta de libros. Conversamos con su directora, la actriz y escritora mexicana Gabriela Olivo de Alba.

 

Por Jaime Cabrera Junco

“Gabriela se va, pero se queda”, se leía en una columna publicada el 1 de abril de 2014 en el diario El Universal de Caracas. Era la despedida simbólica que le hacían como agregada cultural en la Embajada de México en Venezuela a Gabriela Olivo de Alba. La autora del texto, Linda D’Ambrosio, destacaba su rol como promotora de actividades culturales así como su sensibilidad y su don de gente. En esta mañana de junio en que se produce nuestra conversación esto último se percibe inmediatamente. Estamos en la librería-café del Fondo de Cultura Económica del Perú, de la calle Esperanza en Miraflores. Desde 2015 Gabriela Olivo de Alba es directora de la filial del FCE en nuestro país que cumple 55 años de presencia y cuya apuesta cultural se ha dinamizado notoriamente desde hace unos meses y han convertido en su espacio en más que un lugar para la venta de libros.

“El encargo de venir a Perú ha sido un reto grande, un reto importante. Porque si bien tengo una trayectoria en la gestión cultural, además de mi propio trabajo creativo, esto ha representado un reto grande. Llevo un año aquí y siento que ha sido más tiempo por la intensidad de todo lo que ha ocurrido”, cuenta Gabriela, quien además de diplomática es actriz, performer y narradora.

Creado en 1934 en México, el Fondo de Cultura Económica ‒como revela su nombre‒ inicialmente se encargaba de proveer de libros en español a los estudiantes de la Escuela Nacional de Economía y muy pronto extendió su labor editorial a otras ciencias sociales: las humanidades, la literatura ‒sobre todo la escrita en español‒, la divulgación de la ciencia y los libros para niños y jóvenes. El fondo se diversificó y fue expandiéndose en distintos estados de México, y es en 1945 cuando abre su primera filial en el extranjero, en la ciudad de Buenos Aires. Le siguió la sede en Santiago de Chile, en 1954, y la tercera sede fue la de Lima, abierta en 1961, siendo su primera directora la escritora y activista política Magda Portal.  Además, de 1974  1997 la poeta Blanca Varela fue representante del FCE y la sede de la calle Berlín lleva su nombre.

El Fondo cumple 55 años de presencia en el Perú y ha dinamizado su presencia, algo que se ya se venía haciendo buen tiempo atrás en otros países. Aunque podría sonar a una falta de visión, lo cierto, afirma Gabriela, es que esta presencia podría ser más importante aun si el Ministerio de Cultura o las autoridades municipales le dieran la posibilidad de llegar a otros espacios. No solo esta presencia se evidencia en las presentaciones de libros, sino también a la apertura a que otros sellos presenten sus publicaciones, o a conversatorios, obras de teatro y, también, a la oferta de talleres literarios y de capacitación para docentes.

“Hemos estado emprendiendo acciones de acercamiento tanto con las bibliotecas municipales como con los planes lectores de los colegios privados. Con el Ministerio de Educación estamos trabajando en la dotación de libros de algunos de sus programas, también ellos nos están apoyando en la divulgación de un concurso llamado La ciencia para todos, porque a veces se suele creer que los libros solo son literatura”, señala la directora del FCE.

A nivel editorial, la publicación de obras de autores peruanos se ha ampliado. Recientemente se presentó una reedición de la novela La voluntad del molle, de la narradora cusqueña Karina Pacheco, y próximamente se presentarán En un mundo de abdicaciones, poemario de Victoria Guerrero, y Estrella solitaria. Canciones escritas para ser cantadas por Nacho Vegas, una novela del escritor y editor Jerónimo Pimentel.

“Estamos apostando a una suerte de relevo generacional, no de manera gratuita porque algunos tienen más edad y ahora hay que darle cabida a otros, sino porque abordan temáticas que están en el ambiente y hay que poner en observancia y visibilizar”, añade Gabriela Olivo de Alba.

¿Qué otros proyectos tiene el FCE en el Perú? ¿Existe la posibilidad de que el FCE Perú llegue a otras ciudades del país?, le preguntamos.
Bueno, realmente ese es un anhelo. Entiendo que hace unos años hubo una experiencia, el Fondo abrió una librería en Trujillo. No tengo los antecedentes claros de cuánto tiempo permaneció allá, pero siempre hay fórmulas. Por ejemplo, en México hay librerías del Fondo administradas en locales propios, pero también hay concesionadas en el Colegio de México, en el Instituto Politécnico Nacional, entre otras instituciones de la capital y otras ciudades. Nosotros creemos que podemos llegar a un acuerdo, de hecho ya tenemos cierta presencia en la Universidad de San Agustín de Arequipa, pero nuestra intención es buscar en las otras ciudades administrar al menos un punto de venta fijo que nos permita estar alimentando. Sí, lo tenemos presente, sería maravilloso contar con más espacios, pero también algo que es importante es la fidelidad de los lectores, o sea es imposible mantener una librería activa si el lector no compra los libros, por más que los fines de la editorial no sea un fin de lucro, tiene que haber un equilibrio, y aquí le haría un llamado a los lectores para tomar conciencia de esto.

En el tiempo que lleva en Lima, ¿cómo ve nuestra dinámica cultural?
La verdad es que me siento sorprendida de muchas cosas. Siento que hay una vitalidad cultural. Puede parecer poco el número de librerías que hay en la capital, pero son librerías que tienen una dinámica vital.

¿Y en el sector editorial qué problemas encuentra?
Yo creo tiene que ver con los espacios de difusión. Indudablemente las editoriales que cuentan con mayores recursos ‒y no me refiero solo a lo económico, sino también para la difusión, promoción y distribución‒, tendrán ventajas. Creo que tendría que ver con lograr una mayor generosidad de parte de los medios y un mayor compromiso de los lectores, porque en ocasiones es más fácil decidir u optar por aquello que ha tenido un mayor éxito, un mayor número de venta, y eso le hace pensar al lector no muy avisado de que este es un indicador de que está frente a un producto bueno y no siempre es así.

¿Qué nos da la lectura que no encontramos en otra actividad? 
Yo no diría que deberíamos leer, o sea que es un deber, una obligación, lo que sí creo es que el que se niega la posibilidad de acercarse a un libro y encontrarse con él, se está perdiendo de cosas fundamentales. Sí creo que el libro permite esta relación íntima con el autor, con un mundo que siempre nos está demandando cuando es un buen libro y no me refiero solo a la literatura. Uno en la lectura encuentra todo, incluso encuentra basura (ríe).

 

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE GABRIELA OLIVO DE ALBA

  1. El Aleph, de Jorge Luis Borges. En especial el relato que da nombre al libro.
  2. La araña, de Clarice Lispector.
  3. Un olvidado asombro, de Marco García Falcón.
  4. La poesía de Blanca Varela.
  5. Coronada de moscas, de Margo Glantz.