El hombre del subsuelo (o la maldición de la libertad)

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Cuando Dostoievski escribió Memorias del subsuelo, todo apuntaba a que sería uno más de sus libros censurados. Sin embargo, el argumento principal era lo más preocupante: ¿Se puede ser libre al punto de desear la propia destrucción? Ciento cincuenta años después, Josué Méndez y Pietro Sibille hacen una original adaptación teatral en el Centro Cultural de la Universidad Católica. En ella, la pregunta continúa siendo inquietante: contemporánea.

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Por Carlos Chávarry Valiente*

De espaldas el hombre le explica a una cámara de video ─o más bien dicho, a un público imaginario─ lo tortuoso que ha sido estar vivo durante cuatro décadas.

«Soy un enfermo, un malvado, un hombre antipático. Tengo cuarenta años y siento que es toda una vida. Vivir más de cuarenta debería ser indecente, inmoral: solo los idiotas y los sinvergüenzas viven más de eso. Lo peor es que después de cuarenta años solo he llegado a una conclusión: que en este mundo el hombre inteligente nunca llegará a nada. Solo el imbécil triunfa».

La habitación de paredes de cemento y sin pintar no hace ningún contraste con el rostro severo y envejecido del hombre. El escuálido colchón en el que duerme sobre el suelo y los libros enmohecidos abandonados por cualquier parte no compiten en absoluto con las deslucidas ropas y la marchita figura del hombre.

«Yo solo quisiera saber esto: por qué en mi vida he terminado haciendo actos inconvenientes para mí mismo, actos con la plena conciencia de que no debía hacerlos. Y aun así, cometerlos siempre me hizo sentir un placer inexplicable: un placer enfermo, anormal, como si uno pudiera disfrutar de aquello que le hace mal».

Con todo, dice el hombre, nadie debería juzgarlo mal. Porque en el fondo él no está muy lejos de los demás. De todos nosotros.

«Y les pondré un ejemplo: la queja. Quejarse es un acto completamente inútil. Ya a estas alturas sabemos que a ninguno de ustedes les interesa realmente el sufrimiento de los demás. Todos lo sabemos, que nadie se engañe. Y sin embargo, sin embargo… cómo les encanta hacer público su propio sufrimiento, cómo les encanta contarlo y escribirlo: anunciarlo por todas partes. ¿Ya se van dando cuenta? Es en la conciencia de esa propia humillación donde se encuentra el placer del que les hablo».

Y luego dice:

«Hoy toca una confesión. ¿Un arrepentimiento? Quizá. Será un placer».

 

 

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HombreSubsueloPost2─El ser humano es uno de los seres más despreciables de la naturaleza ─dice Pietro Sibille, el actor que encarna al protagonista de El hombre del subsuelo─. Es despreciable y al mismo tiempo es el más virtuoso de todos los animales, porque tiene todas las capacidades para trascender. En resumen podría decirse que es un ser maravilloso pero a la vez aterrador a raíz de su egoísmo, de su posesividad, de su rabia, de su lujuria, de su pereza, de su conflictividad.

En su rostro aparece una sonrisa de lástima.

─Y todo eso ─todo eso─ solo porque tiene las posibilidades de serlo.
En otras palabras, la maldición de la libertad.

La desconcertante potencia del libre albedrío.

El eterno drama de una conciencia frente a un horizonte de posibilidades.

La comprobación de que detrás de toda destrucción ─el mal─ está la naturaleza.

─Y no es casual que el autor de esta historia creyera fervientemente que para conocer los límites del mal debes recurrir al demonio. Y claro, ¿cómo recurrir a Dios? Solo el demonio puede susurrarnos cuáles son las zonas más oscuras ─dice Josué Méndez, el director─. Es decir, no se trata de rechazar al demonio por ser maléfico, sino más bien para tratar de entender la zona oscura en la que se mueve y conocerlo, aun si eso implica dejarte llevar.

Solo después de una experiencia así es que puedes realmente saber qué es malo en el mundo y qué es lo que te hace mal a ti mismo.

─El problema de todo eso es que mientras más ejerzas tu libre albedrío, menos podrás vivir en sociedad: el funcionamiento de una sociedad necesariamente está basado en la mentira y la hipocresía: en las convenciones. Y esas convenciones no hacen más que controlar tu voluntad y elecciones y hacerte soportable ante los demás.

Y agrega:

─Si vas al límite con tu libre albedrío ─tal como lo hace el protagonista─, no podrás vivir en libertad.

 

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Elenco de «El hombre del subsuelo», dirigida por el cineasta Josué Méndez. (Foto: CCPUCP)

 

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Memorias del subsuelo, la novela de 1864 en la que está basada esta obra, fue escrita en una época en la que su autor, el ruso Fedor Dostoievski, se encontraba abatido por la muerte de su esposa y la censura de sus libros.

Hoy se cree que esa fue su etapa más lúcida.

En el libro, el anónimo protagonista explica lo que ha sido su solitaria vida encerrado en sí mismo, sin coincidir ni relacionarse con nadie: él desprecia las normas sociales que rigen el mundo e intenta ser coherente con ello.

Con todo, no siempre fue así. Y el relato que hace dentro de la obra ─sobre un suceso ocurrido cuando él tenía veinte años de edad─ es la comprobación de su inflexibilidad con los demás.

En ese relato él intenta ganar amigos y un amor. Y fracasa.

─Él descree de la sociedad y en principio eso conlleva un grado de escepticismo, pero cuando aparecen los otros individuos también se percibe que son disfuncionales en la manera de establecer lazos ─dice Juan Carlos Pastor.

El actor interpreta al único sujeto que, por amabilidad y casi por compasión, consiente el tímido acercamiento del protagonista.

─Mi personaje no lo relega ni lo deja al margen como los demás compañeros: tiene más sensibilidad y trata de incorporarlo al grupo sin burlarse de él. Sin embargo, todo el tiempo conservará este dilema en la cabeza: aceptar a esa persona distinta pero de buena voluntad que desesperadamente busca socializar o aceptar a aquella que tiene el estatus de exitoso y a quien todos admiran.

Llegará el momento en que el dilema se hace insoportable frente al protagonista.

─El hombre del subsuelo cuestiona todo el tiempo si lo que él hace o desea es porque de verdad lo siente así o porque se lo dictan otros ─explica Josué Méndez─. Es la decisión detrás de cada instante: puedes decidir ser hipócrita o decidir ser alguien sociable y sonreír y tratar de llevarte bien incluso con quienes preferirías no tener contacto. La obra muestra esa disyuntiva que provoca mucha ansiedad: no olvidemos que solo el mentir implica un gran esfuerzo.

─Él es un tipo absolutamente emocional, alguien que en su vida ha terminado llevando al extremo todos los hechos en los que se ha visto envuelto ─dice Pietro Sibille─. Él es un nihilista, un pesimista de la cabeza y un gran iluso del corazón. Sí, iluso. ¿Y por qué? Porque está convencido de que el ser humano solo debe obedecer a su voluntad. Y con eso no solo desafía a la moral y la razón: también se destruye a sí mismo.

 

 

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HombreSubsueloPost3«Nietzsche antes que Nietzsche y Freud antes que Freud», anota el director en el programa de mano de la obra para demostrar la influencia universal de Dostoievski al plasmar la certeza de un abismo dentro de nosotros: un subsuelo.

Nietzsche escribió alguna vez: «En algún rincón lejano del centelleante universo desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que los animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más orgulloso y engañoso de la ‘historia del mundo’, aunque solo duró un minuto. Tras ese instante, el mundo se heló y los astutos animales tuvieron que morir. Ahora alguien podría inventar una fábula así y no habría ilustrado suficientemente cuán lastimero, sombrío y fugaz es el intelecto humano dentro de la naturaleza, y qué excepción tan arbitraria y carente de sentido es la inteligencia en medio del universo: hubo eternidades en la que esta no existía y, cuando haya terminado de nuevo, nada habrá tenido lugar».

Por su parte Freud, quien rebautizó el subsuelo del escritor ruso por ‘subconsciente’, solía afirmar que el hombre solo podía soportar su famosa pulsión de muerte llevándola a otras personas ─asesinando─ o dirigiéndola contra sí mismo.

«Desde esa perspectiva ─decía el fundador del psicoanálisis─, el hombre es una especie de error de la naturaleza, una falla de la evolución».

 

 

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─¿Que si estas historias son creíbles solo en personajes solitarios o introvertidos? No lo creo ─dice Josué Méndez─. Más bien son el tipo de pensamientos que sobrevienen en la soledad, sin nadie al lado, y que probablemente nunca las converses con alguien porque ni se entenderían. Son palabras íntimas: íntimas como esa idea de explicarte las cosas para ti. Tiene que ver más con el ser sincero consigo mismo.

HombreSubsuelo4─Esta historia te hace pensar en dos cosas específicas ─dice Juan Carlos Pastor─: en todo aquello que no decimos a los demás ─aquello que guardamos solo para nosotros─, y aquello que ni siquiera preferimos guardarlas para nosotros y simplemente fingimos no saberlas: no conocerlas.

En cómo se construye la realidad a partir de lo que se calla.

Si normalmente una obra de teatro suele ser un sondeo introspectivo dentro del ser humano, el escepticismo que destila El hombre del subsuelo podría implicar dos lecturas: una pesimista, en la que el hombre aparece tan irremediable y transgresor que no puede evitar anularse a sí mismo, y otra reaccionaria: que este es el tipo de situaciones que ocurren cuando alguien se deja divagar sin una fe o una moral o una ciencia que lo guíe: sin una estructura establecida.

Sin embargo, el director cree que también puede interpretarse como algo más.

─Este relato es un dibujo más completo de lo que somos cuestionando precisamente las teorías estándares de la sociedad, como la religión o el conocimiento científico: por lo general estos te dicen qué seríamos y cómo vivir. Lo que hace Dostoievski es ir en contra de eso, es decirte que nada es suficiente para explicarnos como seres humanos, y más aún, que no sirve explicarlo ─que no interesa siquiera intentar verbalizarlo─ porque, al agregarle palabras, ya te estás traicionando.

La única paradoja de todo esto, explica, es que los hombres solo podemos entendernos y ponernos de acuerdo unos a otros a través de las palabras.

─Hacer el reconocimiento de que tenemos un lado oscuro no me parece negativo: solo estás contemplando las dos caras de la humanidad: su solidaridad y su mezquindad. Ambos son inherentes a nosotros. Y nadie lo va a erradicar nunca: solo se trata de saber que existe y vivir con él.

El mundo no es una teoría, agrega Josué Méndez.

─Y todos, absolutamente todos, somos esa parte oscura, ese lado sórdido que no tocamos ni removemos porque sabemos que si lo hacemos nos abandonarán la mujer o los hijos y nos meterán a la cárcel. Y por eso mismo preferimos mentirnos y engañarnos: por una salud mental y a la vez por una salud social.

 

 

 

El hombre del subsuelo.
Una adaptación de Memorias del subsuelo de Fedor Dostoievski.

Dirección: Josué Méndez.
Guión: Gonzalo Rodríguez Risco y Josué Méndez.
Producción: Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CCPUCP).
Elenco: Pietro Sibille, Andrea Luna, Juan Carlos Pastor, Guillermo Castañeda, Alex Mori y Mariano Sábato.
Lugar: Teatro del CCPUCP (Av. Camino Real 1075, San Isidro).
Horario: De jueves a lunes a las 8 p.m.
Entradas: En Teleticket (de Wong y Metro) y boletería del teatro.
Temporada: Del 13 de setiembre al 20 de octubre de 2014.

 

*Texto publicado originalmente por el autor en su blog Crónicas Marcianas.

 

 



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