“Después del invierno”, de Guadalupe Nettel: una novela de relaciones

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Comentamos a continuación  la novela de la escritora mexicana Guadalupe Nettel con la cual ganó la última edición del Premio Herralde.  

 

Por Jaime Cabrera Junco

Confieso que me acerqué a este libro con cierto recelo, porque solo leyendo el texto de la contratapa, parecía que me iba a enfrentar a una novela con tintes románticos. Felizmente no fue del todo así. Por algo ganó la edición 2014 del Premio Herralde, me decía antes de llegar a este texto pero consciente a su vez de que eso no es garantía de nada. Y es que en Después del invierno (Anagrama, 2014), la escritora mexicana Guadalupe Nettel nos presenta una novela sobre relaciones, sí, pero relaciones humanas. Quizás deberíamos ser mucho más precisos y decir que es una novela sobre relaciones humanas en la que el lector es testigo de los puntos de vista de sus personajes. Es como si ingresáramos en sus habitaciones y en sus fueros internos mientras vamos conociendo sus temores, esperanzas y convicciones.

La autora nos presenta los puntos de vista de dos personajes. El primero de ellos es Claudio, un editor cubano, de 42 años, que vive en la ciudad de Nueva York. Es un tipo maniático y con ciertas dosis de misantropía. Por otro lado, tenemos a Cecilia, una joven estudiante mexicana que vive en París alentada por su padre para alejarla de las malas influencias de sus amigos en Oaxaca. La novela nos presenta de manera intercalada las historias y puntos de vista de cada uno de estos dos personajes, que –como seguramente sospechan- se encuentran en algún momento. Ellos se conocerán en París y tendrán un romance que resulta más significativo para él que para ella. Narrada en primera persona, el lector se entera de las versiones y puntos de vista de cada uno de los protagonistas. Esto llega a su punto más interesante cuando ellos cuentan sus impresiones sobre el primer encuentro que tuvieron. El lector va armando el rompecabezas emocional de lo que pasó a partir de estos testimonios.

Decía al inicio que parecía enfrentarme a una novela romántica, si bien en el libro tenemos algo de esto, me parece que podríamos decir  que Después del invierno es una novela sobre los vínculos afectivos.  Sin dar más detalles del argumento, podría decir que la novela podría resumirse con este párrafo de la página 179:

Uno piensa que los lazos que nos atan a los otros son eternos e inamovibles, sobre todo el afecto. Sin embargo, la gente cambia mucho según el lugar y las circunstancias.

Eso es lo que piensa Cecilia al ver el ímpetu con el que Claudio quiere acercarse a ella aun cuando no tenía la certeza de quién es realmente él. Por otro lado, un elemento que rodea a ambos personajes, además de cierto desamparo afectivo, es la muerte. No en vano la autora utiliza como punto de apoyo el cementerio Père-Lachaise –frente al cual vive Cecilia- o la fascinación de Claudio por conocer las tumbas de escritores, especialmente la de César Vallejo. Cada uno de ellos arrastra una muerte que se convierte en distintos momentos en un yugo y que agudizará esa sensación de abandono.

No estamos ante una novela que abunde en reflexiones profundas, pero sí hay un contrapunto sostenido entre los pensamientos de sus personajes y su confrontación ante la realidad. Es decir,  entre lo que uno quisiera que suceda y lo que en realidad ocurre. Si bien el final la historia de Cecilia tiene algunos cortes de melodrama –prefiero no ahondar en detalles- y el hecho que enfrenta Claudio podría verse como algo forzado, la novela no decae en ritmo e interés. Si bien no es una novela para anotar frases y ponerlas en letras de bronce, al menos a mí me mantuvo atento e intrigado por conocer adónde llegaba la historia de dos personas que en algún momento se cruzan. Y es que, como dijo Julio Ramón Ribeyro –a quien cita Nettel en la novela-, “seres imperfectos viviendo en un mundo imperfecto, estamos condenados a encontrar sólo migajas de felicidad”.

 

*Agradecemos a Editorial Océano Peruana por proporcionarnos el libro para esta reseña



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