César Vallejo: retrato de un poeta a 123 años de su nacimiento

Un homenaje hecho ilustración al poeta y mayor escritor de la literatura peruana, quien nació el 16 de marzo de 1892 en la provincia liberteña de Santiago de Chuco.

 

Por Wirther Ventura

César Abraham Vallejo Mendoza (1892-1938), no cabe duda, se ha convertido en el escritor más paradigmático de nuestras letras. Destacan en su obra la honda preocupación por el sufrimiento del hombre, la solidaridad humana, así como, desde un plano de la creación artística, la lucha interna contra los límites del lenguaje en su etapa más vanguardista. Vallejo cumple 123 años de nacimiento, quedan cortas las palabras para expresar la inmensa herencia estética. Por tanto, pretendo realizar un homenaje al poeta universal por medio de esta ilustración.

Al visualizar la totalidad del gráfico se percatarán que he recogido los versos más resaltantes, acompañados con la imaginería poética, que nos brindan sus reconocidos poemarios (Los heraldos negros, Trilce, España, aparta de mí este cáliz y Poemas humanos). La mayoría de las imágenes pretenden evidenciar el intento de Vallejo por demostrar el dolor cruel, la exteriorización del lamento, la ternura y el sentimiento pasional, el conflicto ante la presencia de Dios, el problema existencial.

En la parte inferior a la imagen central, he colocado las palabras del poeta, en la cual expresa el cambio radical al traspasar los límites del lenguaje literario dejados por la herencia modernista: ““El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética. […] Me doy en la forma más libre que puedo y ésta es mi mayor cosecha artística. ¡Dios sabe hasta dónde es cierta y verdadera mi libertad! ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva!”
Esperando sea de su agrado, seguidores de Lee por gusto, me despido con los últimos versos de “XVIII” perteneciente a Trilce:

Y sólo yo me voy quedando,
con la diestra, que hace por ambas manos,
en alto, en busca de terciario brazo
que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuando,
esta mayoría inválida de hombre.

 

 



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