Yuyachkani y Arguedas: la esperanza de una vida justificada

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Presentamos un comentario de la más reciente puesta en escena de Yuyachkani, la cual toma como referencia la novela póstuma de José María Arguedas y el intercambio de cartas con su psicoanalista Lola Hoffmann y a su amigo, el antropólogo John Murra. La obra solo podrá verse hasta el domingo 28 de junio.

 

Por Pedro Jave Portocarrero (*)

Los yuyas estrenaron, hace un mes, Cartas de Chimbote, que resulta ser la retribución de la influencia arguediana en ellos y  a la vez se vuelve en una divulgación esperanzadora —a pesar del desconsuelo y la tristeza por el suicidio de Arguedas— de la voz del escritor andahuaylino. Yuyachkani, cuajados actores y tozudos defensores del teatro de grupo, siempre se definieron como cultores de un teatro político. Desde sus inicios en 1971 así lo demostraron, eran políticos y transgresores: el teatro debía estar fuera de las salas. Allí donde todos podían apropiarse de él; en el mercado, en el parque o en la plaza. Ese carácter resulta importante a la hora de acercarse a su obra, pues allí nace, también, una dramaturgia que busca la apropiación, la difusión y la revaloración de nuestras culturas postergadas, labor tan cercana a la de Arguedas.

Es curioso notar, incluso, desde el nombre del grupo (yuyachkani: estoy pensando) un apego por lo andino, la elección del término en quechua resulta ser una declaración de principios, no una mera elección bautismal. Y allí encontramos los fundamentos de su trabajo, en los cuales la influencia de la obra literaria e intelectual de José María Arguedas ocupó un lugar preferente. Así podemos ver ese interés por abordar la vida del hombre y la mujer andinos en una de sus primeras propuestas grupales, Allpa Rayku (1978); y, luego, en Encuentro de zorros (1984) donde se deja notar, desde el nombre, la clara alución arguediana.

CartasChimboteFoto2Cartas de Chimbote es, en cambio, una obra concebida desde una perspectiva madura, donde los yuyas reconocen la influencia arguediana y le hacen un homenaje en forma de ritual: convocándolo y validando su obra y su mensaje en el presente. Llamativo resulta que se ha haya partido para todo ello desde el Arguedas más enigmático y desolado, pues la base de la caracterización de los personajes se ha tomado de su novela póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo, en la cual se es parte de su drama final. Los famosos diarios, de los que se han tomado fragmentos para la puesta en escena, nunca dejan a uno de conmoverlo, pues en ellos se percibe a un escritor abatido que de algún modo encontró resquicios de templanza para emprender su novela; pero sin las otras alusiones usadas en Cartas de Chimbote, como son las misivas que enviara Arguedas a Lola Hoffmann y John Murra, no entenderíamos del todo al escritor afligido de noviembre de 1969.

Sin embargo Cartas de Chimbote no es una obra triste; es, más bien, como se dijo líneas arriba, esperanzadora. Y ello lo toman del mismo Arguedas de los Zorros, recordemos sino los mismos diarios, y las cartas que Arguedas redacta antes de su decisión final y que dirige a su editor —Gonzalo Losada— y a la comunidad de la Universidad Agraria, donde hay esbozos de un programa arguediano en los cuales cultura, identidad y, hasta vida universitaria, se nos presentan como puntas de lanza para lograr un Perú más justo. Todo ello puede verse como el resumen de una vida inconclusa; pero quizá sea la última demanda de un hombre que alrededor de su obra nos pide continuar con un proyecto que no se podría finalizar por el esfuerzo de una sola persona, sino el de toda una colectividad.

Los yuyas consiguen transmitir ese mensaje y logran amalgamarlo en una «ceremonia honrada», entre personajes de un puerto caótico, un diálogo divino y la música sencilla y honrada que tanto le gustaba a Arguedas. Ya depende de nosotros —aquellos que heredamos un país distinto, donde algunas desigualdades cayeron y otras se han instaurado sigilosa y perversamente como la pobreza, la corrupción, y, sobre todo, la ruindad de negar nuestra variedad de culturas y herencias donde el que no encaja es solo un perro que no come ni deja comer— hacer válida en nuestros días la obra de Arguedas y de apropiarse de su petición por lograr un dialogo entre lo andino, lo selvático y lo occidental, de reconocernos en cada uno de esos aspectos, de que este sea un lugar de armonía y felicidad. Tan difícil parece la meta, tan arduo el camino, que con razón José María nos pidió no dejarlo solo.

 

DATO:

Cartas de Chimbote seguirá en cartelera solo hasta el domingo 28 de junio. Las funciones en la Casa de Yuyachkani (Calle Tacna 363, Magdalena del Mar) de viernes a domingo a las 8:30 pm. Las entradas solo en la boletería del teatro.

 

(*) Estudiante de Arte de la UNMSM.