Santiago Roncagliolo: “Busco la efectividad de la cultura popular en mis historias”

 

Esta es nuestra entrevista al escritor peruano Santiago Roncagliolo a propósito de la reciente publicación de su novela La noche de los alfileres.

 

Por Jaime Cabrera Junco
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Tiene 41 años, de los cuales 16 los ha pasado en España, país donde reside junto a su esposa y dos hijos. Es un escritor que genera opiniones divididas: por un lado están quienes lo critican por considerar su obra intrascendente y mero entretenimiento, mientras que otros elogian su habilidad para atrapar al lector y construir historias trepidantes. Tiene ya 20 libros publicados, siendo su más reciente novela La noche de los alfileres (Alfaguara, 2016), un thriller que se inspira en sus vivencias en el colegio, donde los protagonistas son cuatro púberes estudiantes que se vengan de una profesora estricta que los tiene en jaque. Es una suerte de versión novelada de la película Los Goonies, aunque ambientada en el Perú de inicios de los 90. Aprovechamos una nueva visita a Lima de este narrador para volver a charlar con él.

 

Nadie podrá decir que tus novelas provocan bostezos. Manejas muy bien el suspenso y la trama en tus libros. ¿Fundamentalmente buscas entretener al lector?
Ojalá que nadie bostece (ríe). Yo diría que mi tema principal es el miedo porque crecí con miedo. Crecí en una Lima donde te podían poner una bomba debajo de la casa, pegarte un tiro, podías caer en una redada, y esto formaba parte de la vida cotidiana. De modo que lo que más me interesa es explorar las cosas que nos aterrorizan, las cosas que nos asustan desde lo cotidiano hasta lo político. El miedo es como una atalaya desde la que miras el resto de emociones humanas, es una manera de explorar también el humor, la ternura, la debilidad, la pasión.

Entonces, podemos decir que escribes desde el miedo, ¿pero buscas ante todo entretener al lector?
Claro. Para mucha gente hay una diferencia entre la cultura popular, el entretenimiento y la alta cultura. Para mí, no. Crecí con una biblioteca muy grande y con un televisor, que eran las únicas ventanas al mundo exterior. Así que leía Cien años de soledad y luego veía La hora macabra. Leía un ensayo de Umberto Eco y luego veía La dimensión desconocida y nunca hice una gran diferencia entre ambas. Trato de que mis historias tengan la efectividad de la cultura popular, que no las puedas soltar, que realmente quieras estar leyendo. Pero también que tengan la ambición formal y temática de la gran literatura con la que crecí. Que hablen de un momento histórico importante, que hablen de emociones humanas y de profundidades y oscuridades humanas universales. Trato de buscar una manera distinta de contar, que es todo lo que me enseñó la literatura latinoamericana extraordinaria y ambiciosísima con la que crecí.

La_noche_de_los_alfileres¿A la novela se le debe ‘pedir’ que nos ayude a comprender la realidad?
No creo que le puedas decir a nadie qué debería hacer con su arte, ni a un pintor, ni a un novelista, ni a un cineasta. Porque el arte es algo muy individual, cada quien hace lo que siente y lo que tiene que ser es honesto con sus propias emociones o será un farsante. El arte para que sea comprometido debe estar comprometido con las cosas que te afectan, y esas cosas no necesariamente son políticas, pero muchas veces lo son.

Hace muchos años en la literatura se hablaba de compromiso, de escribir obras trascendentes que puedan ser leídas en mucho tiempo. ¿Cómo ves esto? ¿Consideras que debe ser así?
Bueno, yo trato de escribir obras trascendentes que puedan ser leídas de aquí a mucho tiempo. Trato de que mis novelas sean retratos, las más peruanas son retratos de la sociedad en distintos momentos: en los años 70, 90, 2000…son retratos de la sociedad en la que crecí y quiero que algún día alguien quiera saber cómo era Perú en esos momentos, que pueda acudir a esas novelas y conocer este país y sus contradicciones, sus dolores y sus pesares. Lo que pasa es que no te toca decidir a ti si eso va a ocurrir. Lo único que puedes hacer es escribir la mejor historia que puedas y la mejor historia entretiene, pero también reconstruye un momento histórico e incomoda al lector y lo pone en contacto con sus partes más oscuras, con sus perversiones, con sus miedos.

Y ahora ya con varias novelas encima, ¿qué aprendizaje o certezas tienes del oficio de escribir?
Creo que después de toda mi experiencia, que es verdad he sido muy productivo, he tratado de explorar muchas posibilidades expresivas y creativas. Por fin he conseguido aprender la lección de que no hay ninguna lección que aprender (sonríe). Cada libro habla de lo que tú eres en este momento, de lo que te preocupa en este momento, explora tus emociones, incluso tus contradicciones en un momento dado. Creo que los libros de uno son una biografía privada. Los demás no necesariamente entienden qué tiene eso que ver con tu vida en cada momento. Cuando ya sepas todo lo que hay que saber, cuando tengas una fórmula para hacer las cosas, que sea absoluta y sirva para todos los casos, estarás muerto. Crecer implica siempre desafiar lo que creías, renovar lo que pensabas, derrumbar las certezas que tenías y adquirir otras que también volverán a morir conforme sigas evolucionando.

(Foto: Javier Oliaga

(Foto: Javier Oliaga

Hablabas de la autobiografía como sustrato de las novelas, sin embargo hay algunas historias que son casi totalmente autobiográficas o autorreferenciales. ¿Qué opinas de esta apuesta por este tipo de escritura?
(Piensa unos segundos) Creo que uno tiene que hablar de lo que conoce y de aquello que sea cercano y sea interesante (ríe). Si tu vida te da cosas que contar, cuéntalas, pero si tu vida es aburrida y gris, mejor invéntate otra. Creo que la ficción que he escrito toma de la vida, está llena de anécdotas, conversaciones escuchadas a medias, gente que conozco, diálogos que he tenido, que no he tenido, pedazos de programas de televisión que he visto, jingles publicitarios. Pero trato de intensificar todo eso, de combinarlo, de transfigurarlo, de exagerarlo si quieres, de deformarlo para crear una historia que tenga algún sentido. Creo que leemos en busca de la ilusión de un sentido. La verdad es que la vida no tiene ningún sentido. El solo hecho de hablar de historia ya implica un artificio de que hay un comienzo, un nudo y un desenlace que nunca hay. La vida no es así, pero creer que es así y que las cosas tienen un sentido nos hace sentir más seguros, nos reconforta en medio del caos, de la realidad. De alguna manera los escritores jugamos a ser dios porque dios es un mal guionista, un guionista mediocre lleno de historias que no se resuelven bien, de personajes que debieron encontrarse, pero no se encuentran, diálogos mal hechos, y tratamos pretenciosamente de corregir sus errores.

Has mencionado a la cultura popular tanto de la literatura como del cine, pero ¿literariamente de qué autor te sientes heredero?
Bueno, obviamente me interesan todos los autores que han trabajado con el miedo. Bolaño es uno de ellos, con sus novelas Estrella distante y también 2666. Joyce Carol Oates es una autora que me fascina, me parece que es la autora del terror de ser mujer, de las mujeres humilladas y violentadas. Me gustan mucho hoy en día, especialmente las mujeres, porque hay una especie de gótico femenino, en particular en América Latina con Mariana Enríquez, Guadalupe Nettel o Samanta Schweblin, quienes hacen historias que bordean lo siniestro, lo inquietante y yo me siento parte de este grupo, a lo mejor soy la cuota de género masculino dentro de este grupo (sonríe). Me interesan también cosas de Ian McEwan, quien también es el gran cronista de los miedos del siglo XX. Autores japoneses como Murakami me gustan mucho porque, además creo que los japoneses dan más miedo que los occidentales porque no se sienten obligados a explicar las cosas.

 

LA LITERATURA ES MIEDO

Dice que a los 8 años leyó su primera novela: Tiburón, escrita por Peter Benchley y adaptada al cine un año después de su lanzamiento por Steven Spielberg. «Mi papá pensaba que a esa edad ya estaba en condiciones de leer cosas sin dibujitos  y me ofreció que me compraría cualquier novela de verdad que viese en una librería», dice Santiago al referirse a su padre, Rafael Roncagliolo, político y hasta hace unos años Canciller del Perú. Ha escrito guiones de telenovelas entre ellas una llamada Amor serrano, protagonizada por el cómico Tulio Loza. «Las telenovelas son una buena escuela para escribir», añade. Decíamos arriba que ha publicado ya 20 libros, pero hay uno que no circula porque no ha vuelto a ser reeditada tras una demanda. Se trata de Memorias de una dama, que es la historia de una millonaria dominicana, cuyos hijos vetaron la difusión de la obra. Todo un escándalo que no ha hecho más que aumentar la curiosidad por leerla y procurársela en ediciones de segundo uso o piratas. Si bien ha escrito desde teatro, novela infantil y literatura de no ficción, es en el thriller donde se mueve a sus anchas.

 

portada-abril-rojo¿Qué elementos te propones que tenga la novela que escribes?
Bueno, creo que una novela es una imitación de la vida y, en ese sentido, debería tener mientras más emociones, mejor. Me interesa que sientas escalofríos con mis personajes, que bajes con ellos a los sótanos donde practican sus perversiones, pero también que te rías con ellos, también que te enamores con ellos, que sientas con ellos la ternura y el deseo. La vida suele ser monótona —nuestra vida real suele ser monótona— y la literatura debería darnos en dosis controladas todas las emociones que no necesariamente vivimos en el mismo día, en la misma temporada.

Ahora has vuelto al thriller, sin embargo Óscar y las mujeres es tu novela más humorística. Hubo críticas muy ácidas hacia la novela, no sé si las leíste
Sí, hay mucha gente que cree que un escritor no debería reírse nunca. Yo no lo creo. Y, además, a mí me ocurrió algo. Después de que tuve todos los líos con la trilogía del siglo XX (se refiere a sus libros de no ficción, uno de ellos sobre Abimael Guzmán): las censuras, las amenazas y las campañas…descubrí que mis amiguitos intelectuales y progres eran los primeros en salir corriendo. Ahí no había nadie, estaba todo el mundo muy crítico con la libertad de expresión en China, con cosas que no afectasen a su vida, pero nadie iba a correr ningún riesgo por un libro que desafiase abiertamente al poder. A partir de entonces me decepcioné mucho de lo que yo mismo creía de la literatura y de lo que debía ser. Empecé a buscar una nueva manera de escribir, una nueva manera de explorar lo que a mí me interesaba explorar y perdí muchísimo interés en lo que pase con mis libros allá afuera. Desde hace años me interesa lo que pasa aquí dentro, me interesa que mis libros sean honestos con lo que siento, con las cosas que me interesan hablar. Me interesa la libertad creativa, y creo que si quieres ser libre no debes estar muy preocupado por el qué dirán. No hay nada que te castre más que eso.

Y luego con La pena máxima y ahora con La noche de los alfileres has vuelto a escribir mirando lo que pasó atrás en el Perú y también bajo la forma de thriller. ¿Has vuelto a tu elemento con este género?
Sí, juego mucho con el thriller, con la novela negra, con la comedia negra también. Lo cual viene de escribir sobre el tema de los miedos. Ya lo decía Lovecraft, el miedo es una de nuestras emociones más primitivas, más primarias, más nucleares, y Conrad también decía que un hombre puede cambiar de lugar, de ideología, de identidad, pero no puede cambiar de miedos, los miedos te definen. Y por eso mismo el miedo es la base de la literatura más popular: de la novela negra, del thriller. Es nuestra parte tanática. Eros alimenta las novelas románticas, y Tánatos —la muerte— alimenta las novelas que lidian con los miedos y por eso son muy populares. Juego mucho con la cultura popular, pero siempre trato de no quedarme en una novela de fórmula. Quiero que te entretengas si quieres entretenerte, pero que haya más, que la novela pueda darte todo lo que pueda una novela, que te dé una vivencia sobre las oscuridades de los corazones humanos y sobre los hechos humanos. Siempre digo que escribo novelas de terror, pero los verdaderos fantasmas y los zombies no están en el mundo paranormal sino en la historia de los países, en el corazón de las personas, es allí donde hay que buscarlos y es allí donde los sitúo yo.

Santiago_Roncagliolo_LohmannHay algunos escritores que se toman algunas pausas entre obra y obra, sin embargo tú publicas constantemente, ¿esto tiene que ver porque escribes varias novelas a la vez o por un compromiso editorial?
No, no. Siempre quise ser escritor y cuando empecé a serlo, cuando empecé a vivir de un libro dije «voy a aprovechar para escribir otro libro porque no sé cuándo no habrá dinero y ya no podré escribir otro libro”. Y como siguió yendo bien, siempre pienso que cada nuevo libro puede ser el último y me desespero por escribirlo y por dedicarle mucho tiempo porque no sé cuántos más podré hacer. Y al final he escrito muchos, soy un escritor muy productivo. Es verdad que soy muy adicto a escribir, si un día no he escrito me siento mal, me falta tiempo para contar todas las historias que quiero contar. La verdad es que tengo el mejor trabajo del mundo, trabajo con mis emociones, con mi sensibilidad y creo que escribir me hace una persona más sana porque de una manera un poco terapéutica saco todas las cosas que me inquietan interiormente. Pero en algún momento, uno nunca sabe cuánto va a durar esto, puede no haber más dinero, y tendré que buscarme un trabajo y tomarme un descanso obligatorio (ríe).

Vives desde hace poco más 15 años en España y sigues escribiendo novelas sobre o desde una visión peruana, aún no tienes una novela «española»
Todavía…me toma mucho tiempo darle forma a una novela. Las cosas que la alimentan…es verdad que escribir un libro me toma solo un par de años, pero antes le he estado dando vueltas a las ideas durante 10 o 15 años hasta que tienes la perspectiva suficiente para hacer algo con experiencias que te han marcado. Parto de experiencias muy personales y, por lo tanto, necesito distancia para elaborarlas, tomar perspectiva y contar una historia con ellas. Entonces, casi todo lo que escribo ha ocurrido mucho antes de su publicación. Supongo que en algún momento sacaré un libro ambientado en España, lo que pasa es que recién voy por el año 1992 (ríe). Después de 16 años en España a lo mejor puedo contar cosas que ocurrieron al principio, pero siempre iré muy por detrás en la publicación de los libros respecto de las experiencias que los han inspirado.

¿A cuál de tus novelas salvarías del fuego?
Me salvaría yo del fuego y escribiría otra novela (ríe). Es muy difícil escoger una de tus novelas que es como escoger a uno de tus hijos. A cada uno lo quieres igual y te ha llevado a viajes diferentes, te ha hecho explorar cosas diferentes y te ha hecho crecer de manera diferente.

¿Qué consejo le darías a un aspirante a escritor?
Siempre doy el mismo: mucha paciencia. Esta es una carrera muy muy lenta y desesperante a veces. A diferencia de si eres un cantante de rock o una modelo de ropa interior, aquí cuantos más años tienes, mejor lo haces, porque tu memoria es útil y es tu principal materia prima, y, por lo tanto, acumular memoria te ayuda siempre a ser mejor y conocer mejor a las personas que es algo que te va dando el tiempo. A pesar de que debo ser el escritor más impaciente del mundo porque me encanta estar produciendo siempre, recomiendo paciencia.

Vargas Llosa decía que la literatura es fuego, ¿para ti la literatura es…?
Miedo.

 


LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE SANTIAGO RONCAGLIOLO

  1. Otra vuelta de tuerca, de Henry James.
  2. Déjame entrar, de John Ajvide Lindqvist
  3. La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa.
  4. Aura, de Carlos Fuentes.
  5. El llano en llamas, de Juan Rulfo.