Roberto Reátegui: “Es complicado hacer un programa sobre libros en la televisión”

Es productor del noticiero de las mañanas de América Noticias y acaba de publicar una novela que narra una histórica travesía realizada en 1916 por un barco a vapor llamado Yurimaguas. La conversación también nos llevó a otros puertos de allí este titular.

 

Por Jaime Cabrera Junco

Al poner su nombre en Google encontramos menciones suyas en la sección Espectáculos y no en Cultura. Las últimas noticias daban cuenta de su divorcio con la periodista Mávila Huertas, pero nada de alguna novela publicada. Sin embargo, Roberto Reátegui (Lima, 1959), además de productor del noticiero de las mañanas de América Televisión, es novelista y ha publicado con Alfaguara un libro titulado El fantasma del Amazonas, en el cual narra una proeza en la navegación peruana: un barco que partió de Iquitos y llegó al puerto del Callao tomando la ruta del Atlántico y luego atraviesa el Canal de Panamá. Esto ocurrió en 1916 y el autor lo recrea en esta novela que tiene a dos protagonistas: Miguel y María Santos, uno un joven navegante y esta una mujer que realiza el mismo recorrido años antes en busca de su esposo.

 

¿Cómo surgió la idea de escribir esta novela?
El libro está basado en un hecho real que es el viaje que realizó una embarcación llamada Yurimaguas, en 1916, la cual partió de Iquitos hacia el Callao en una travesía por el Amazonas y luego por el Atlántico. Conocí esta historia hace 30 años cuando un tripulante de este barco, de más de 80 años de edad, me la contó. Él pensaba que no se les había dado el reconocimiento que merecían a los que realizaron esta travesía. Así que conversamos tres noches seguidas y grabé la entrevista en unos casetes que luego se perdieron en sucesivas mudanzas. Luego encontré unas anotaciones que había hecho en esta conversación y lo consideré como una señal y desde hace cuatro años empecé a trabajar en esta novela.

¿Cuánto de realidad y ficción hay en el libro?
Me han hecho esa pregunta y no te puedo decir cuánto de realidad y ficción hay en esta novela. Los viajes que realizan los protagonistas de Iquitos al Callao, en 1902 y 1916, son reales y están documentados. Los nombres de casi todos los personajes son reales también, pero hay dos personajes ficticios, por lo cual es difícil hablar de una historia totalmente real.

¿Por qué elegiste escribir una novela y no un gran reportaje?
Sí, este libro pudo ser un reportaje, pero creo que la ficción te permite contar cosas en las que estarías limitado si se tratase de un reportaje por más extenso que fuera. Porque para un reportaje tienes que estar absolutamente seguro de que lo narrado es real mientras que con la ficción puedes jugar, contar cosas que pudieron haber pasado o quién sabe si pasaron. Yo prefiero tener un margen pequeño para soñar un poco.

¿Qué es más difícil, producir un noticiero en las mañanas o escribir una novela?
(Ríe) Ninguna de las dos cosas son complicadas y ambas te producen diferentes niveles de placer. El placer de producir un noticiero tiene que ver con la adrenalina porque quieres ser el primero en enterarte y el primero en contarlo. El placer que te da escribir es mucho más lento y pausado e individual, mientras que en lo otro hay un equipo detrás.

¿Consideras posible que en un noticiero de la mañana haya un bloque dedicado a los libros?
Yo lo veo muy difícil por un tema de volumen de público. La televisión de señal abierta es por naturaleza masiva y lamentablemente en el Perú la lectura es todo lo contrario, digamos casi un lujo. Entonces, como te digo, por un tema de volumen de público hacer un programa de libros en la televisión abierta sería muy difícil. Lo que se puede hacer es lo que se hace, por ejemplo, en Plus TV, con Jimena Lindo, donde se recrean historias.

Marco Aurelio Denegri comentaba en uno de sus programas que esto antes ocurría en la televisión peruana, se escenificaban cuentos de autores peruanos
Sí, eso he visto, incluso hay trabajos universitarios sobre esta idea, principalmente cuentos. Llevar novelas a la televisión creo que sí se podría, pero convertirla, sin que suene a peyorativo, en una telenovela, en el sentido de que haya una historia, un conflicto y un desenlace.

 

 

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE ROBERTO REÁTEGUI

1. Los Miserables, de Víctor Hugo.

2. Todas las obras de Joseph Conrad.

3. Así empieza lo malo, de Javier Marías.

4. Todos los libros de Philip Roth.

5. Todas las obras de Paul Auster.

 

Video: Más de la charla que tuvimos con Roberto Reátegui.

 

LA MUESTRA: El inicio de El fantasma del Amazonas

En la página 420 del volumen IX del Canal Record, publicación oficial de la Autoridad del Canal de Panamá, se lee el siguiente título: “Movimiento de buques de ultramar”. Debajo hay un cuadro con nombres y números. En la novena línea dice, columna por columna: “Fecha de ingreso: 19 de julio; barco: Yurimaguas; nacionalidad: peruana; compañía: Adolfo Morey; desde: Iquitos; hacia: Lima; carga: cedro, 72 toneladas: tonelaje bruto: 327; tonelaje neto: 181”. El cuadro general lleva dos subtítulos. El primero: “A través del canal, del Atlántico al Pacífico”. El segundo: “Cierre de semana a las 6 p.m., 23 de julio de 1916”. En la carátula del pesado volumen está impreso el sello de la Zona del Istmo del Canal de Panamá. Su lema dice: “La tierra dividida-El mundo unido”.

En The New York Times del 10 de setiembre de 1916, aparece una serie de artículos muy breves bajo el título general “Hechos interesantes de diversos lugares”. Empieza así: “El vapor Yurimaguas ha alcanzado la distinción de ser el primer mercante en hacer el viaje desde el interior del Amazonas a través del Canal de Panamá hacia la costa occidental de Sudamérica. El pasado 4 de agosto, el Yurimaguas llegó al Callao, en el Perú, habiendo hecho el viaje desde Iquitos, inicio de la navegación en el Amazonas, bajando por el río, surcando luego las aguas del Atlántico y el Caribe y, posteriormente, atravesando el canal”.

(…) Han pasado los años y es tiempo de contar lo que allí ocurrió y lo que sucedió después. Cómo fue aquel viaje que diversas publicaciones y documentos certifican. Y hablar también de lo que nadie registra ni recuerda, de aquello de lo que nadie tiene memoria ni aun conocimiento. Todos guardamos al menos un secreto. Algunos lo callamos toda la vida. Pero es mi obligación romper el largo silencio. Porque existen pecados y deudas de honor que alguna vez uno tiene que pagar.



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