Carlos López Degregori: “No gozo ni sufro escribiendo. La escritura es una fatalidad”

Presentamos una charla con el poeta Carlos López Degregori, quien el martes 17 de mayo, a las 7:30 p.m., presentará su poemario La espalda es frontera (Paracaídas Editores, 2016) en el Instituto Raúl Porras Barrenechea.

 

Por: Alberto Rincón Effio

El poeta puede ser un solo poema. Por fortuna, algunos poetas pueden ser un poco más que eso: un poemario notable, una obra memorable y sólida o parte de una antología cíclica que se convierta en el canon poético de nuestra época. Carlos López Degregori (Lima, 1952) se abre paso en este segundo rubro. Luego de siete años de escritura, donde ha mantenido sus mismos impulsos iniciales, redescubierto su poema en prosa y releído a sus autores predilectos, vuelve con La espalda es frontera (editorial Paracaídas) que se presentará este martes 17 en el Instituto Raúl Porras Barrenechea a las 7:30 pm. Un poemario que puede ser una imagen, un conjunto de sombras o el siguiente eslabón de una obra que conocemos, apreciamos y a la que volveremos.

 

El lugar común de los escritores es decir que no escogen sus temas, sino, que estos los escogen a ellos, ¿cuál ha sido su experiencia?
En la poesía hay tantos caminos como poetas. Uno debe reconocer y aceptar que no existen esas miradas definitivas. Hay muchos caminos y posibilidades. En mi caso, yo nunca he elegido los temas. A partir de mi segundo libro (Las Conversiones, 1983) descubrí un lenguaje y creo que todos mis libros posteriores, son eslabones que se van añadiendo a ese.

Es decir, toda su obra es un solo poemario…
En mi caso, sí. Casi he trabajado un único libro que ha crecido a lo largo de los años y que ha vivido conmigo. En 1994 hice una reunión (Lejos de todas partes) que recogía mi poesía desde el año 83. Si vuelvo a hacer esta reunión espero llamarle igual. Ojalá, así sea, cuando cumpla con 40 años de escritura (en 2023).

CoverLa espalda es frontera¿Cómo describiría su último libro, La espalda es frontera?
El título del libro es el título del último poema. El libro se abre con una imagen, una especie de poema visual, casi una llave para que puedas entrar a ese libro. En esa imagen ves una perspectiva, la perspectiva de una habitación. Hay una puerta al fondo que se abre al infinito. Y hay un personaje cargando una piedra y se está acercando a esa puerta que quiere atravesar. Esa puerta conduce al infinito. Es un collage que yo he realizado.

Lo que el libro trata es de trasponer esa puerta. ¿Qué hay detrás de esa puerta? Nosotros mismos. Detrás de esa puerta está tal vez nuestro vacío, lo que nos falta, lo que hemos perdido. Y esos son algunos de los núcleos temáticos que siempre me han acompañado y creo que el libro es el esfuerzo de esa voz, ese hablante poético, esa persona que dice los poemas por atravesar esa puerta y por tratar de encontrar lo que hay detrás de esa puerta.
Creo que el libro (La espalda…) es formalmente distinto, todos los poemas son en prosa. En mi poesía he trabajado mi poema en prosa en varias oportunidades pero en estos últimos años encuentro que el poema en prosa es el formato más dúctil, más plural para lo que yo quiero decir.

Hay un componente narrativo también…
Sí, más fuerte y se ha ido acrecentando. Pero no como una historia cerrada de principio, medio y fin, sino, con una escena. Es como la escena extraída de una gran historia o de una especie de drama que, de repente, tú te asomas y encuentras. Es como si te acercaras a esa puerta y vieras que allí está pasando algo y, simplemente, ves un instante. Creo que cada poema persigue eso.

¿Cómo nacieron esas ideas?
Creo que es el resultado de un proceso natural, digamos, el mismo proceso de la escritura. Los poetas que a mí me interesan siguen siendo básicamente los mismos. He llegado a la etapa en que la relectura es más importante. Ahora más que buscar o descubrir nuevos poetas, estoy recuperando ciertas lecturas fundamentales.

¿Y qué poeta admira pero no escribiría como él?
Yo he sido un lector permanente de Elliot, pero creo que mi poesía siendo un poeta que admiro, que releo, que admiro bastante y al que visito con asiduidad, mi poesía es mucho más simbólica, mágica. En cambio, Elliot es un poeta en el que la carga reflexiva es muy importante. Uno tiene muchos poetas importantes pero que no significa que uno tenga que seguirlos.

¿Cómo describiría este último proceso de escritura?
En primer lugar, la poesía uno no la escribe porque se propone, aparece en un momento. En mi caso, normalmente son ciclos poéticos. Hay un tiempo de fertilidad que puede prolongarse por dos o tres meses. Yo escribo y guardo, también hay tiempos de sequía y de pronto aparece otro poema. En los intervalos uno va trabajando cuando tiene disposición y llega un momento en que uno siente ‘acá hay un libro’. Hay poemas que se llaman unos a otros, se requieren mutuamente.

 

“Si uno es afortunado logrará escribir unos cuantos poemas buenos”

 

Foto: Alina Jara Yupanqui

Foto: Alina Jara Yupanqui

Hablemos de estos ciclos poéticos…
Yo creo que mi poesía está en ese universo que siempre me ha acompañado. Los eventos externos son accesorios en mi caso, tanto los sucesos históricos, del momento o de cambios con mi propia biografía. Creo que en realidad si yo hubiera vivido en otro lugar, probablemente, hubiera escrito lo mismo. Para bien o para mal, siempre he sido el mismo poeta.

¿Recuerda un momento exacto en que se volvió poeta?
En estos momentos estoy escribiendo una especie de testimonio-ensayo. Si bien confieso que mis primeros contactos con la poesía ocurrieron en la infancia. Mi abuela me leía poemas modernistas, a ella le gustaba mucho Rubén Darío. Yo empecé a escribir poesías en quinto de media. Fue un momento difícil para mí, un momento existencialmente difícil y esa crisis vital me llevó a escribir poesía. Indudablemente escribía como una suerte de universo paralelo, de desfogue, como un intento de procesar mi sensibilidad y mis conflictos interiores.

En la poesía solo se admite la excelencia, dijo Borges. ¿Qué opina usted?
Uno dentro de sus capacidades debe tratar de hacer lo mejor. La perfección es relativa. Creo que el texto como un logro, en el momento en el que surge el impulso a escribir, supone un trabajo. En mi caso terminar un poema no significa ni la felicidad ni la desgracia. Yo no gozo ni sufro escribiendo, simplemente, la escritura es una fatalidad. Es uno de los medios para conectarte con la realidad, las cosas, contigo mismo. Llega un momento en que la poesía forma parte de lo que tú eres. Y uno es muchas cosas buenas y muchas cosas malas.

¿Un poema hace a un poeta?
Indudablemente, un poema o un solo libro hace un poeta, no es cuestión de cantidad. Si uno es afortunado logrará escribir unos cuantos poemas buenos. Carlos Oquendo de Amat escribió 5 metros de poemas y fue suficiente.

 

LOS CINCO LIBROS QUE RECOMIENDA CARLOS LÓPEZ DEGREGORI

  1. El libro del desasosiego, Fernando Pessoa.
  2. Pedro Páramo, Juan Rulfo.
  3. La Odisea, de Homero.
  4. Trilce, César Vallejo.
  5. El caballo, José María Eguren.