Lucrecia, las desventuras de una luchadora social

Comentamos la novela “Lucrecia”, del internacionalista Ernesto Velit Granda, editada por el Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

 

Ernesto Velit Granda, destacado analista político e internacionalista ya había incursionado en la narrativa de ficción con dos novelas tituladas La memoria es un parque solitario (2010) y Nadie es inocente (2012), las cuales no hemos podido leer porque no tuvimos noticia de sus respectivas apariciones. Sin embargo, hace unos meses recibimos su más reciente novela titulada Lucrecia (2015), editada por el Fondo Editorial de la Universidad Mayor de San Marcos. Y vamos a comentarla brevemente a continuación.

El libro es ambicioso como una novela del siglo XIX que abarca gran parte de la vida de su personaje protagónico. Nos presenta la historia de Lucrecia, una mujer sensible a la situación social y política de la comarca agrícola donde nació producto de la relación del patrón italiano y su madre, una mujer negra que trabajaba en la casa-hacienda. El narrador de la historia —omnisciente y en tercera persona— nos hace un recorrido que inicia antes de la concepción biológica de la heroína hasta llevarnos al final su lucha en una sociedad acorralada por los enfrentamientos de la subversión y del poder opresor.

El peso de la historia recae sobre esta mujer que desde muy joven da muestras de liderazgo y se enfrenta al primer poder que tiene al frente, es decir, el de su padre dueño de la hacienda y posteriormente al régimen que está envuelto en escándalos de corrupción y de crímenes de lesa humanidad. El contexto en el que se desenvuelve la historia, si bien no se lo menciona, alude a los años de violencia política en el Perú. Sin embargo, la situación principal se desenvuelve en la comarca donde Lucrecia se convierte en una heroína que no toma partido ni por la subversión ni por el régimen dictatorial.

Si bien el contexto social y político tiene el mayor peso en la trama, en esta historia hay espacio para el melodrama, especialmente en la relación de Lucrecia con el médico que llega a la comarca y adhiere a la lucha de ella, quien busca que los pobladores de la comarca mejoren sus condiciones de vida. Ambos tienen el mismo propósito, pero el poder político, a través de su brazo militar, se interpone en este cometido.

El lenguaje de la historia es sencillo y directo, lo cual hace que la lectura fluya sin interrupciones. Quizás el reparo principal sobre la novela sea que la narración muestra mucho y sugiere muy poco. Si bien el narrador es omnisciente y tiene control de toda la acción, no podemos conocer la psicología de los personajes, lo cual nos hace verlos planos por más que el narrador nos señale cuáles son sus motivaciones. Eso no invalida a la novela, pero le quita una espesura que podría haber dado como resultado una historia con mayor brillo, pues no hay nada que objetar a las habilidades narrativas de su autor.