«Los papeles de Aspern» y la maestría de Henry James

No solo estamos ante una historia cautivante sino también ante una novela en la que Henry James presenta un lenguaje exquisito y un magistral manejo del drama. Este post de Alina Gadea está dedicado a la novela Los papeles de Aspern.

 
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Por Alina Gadea Valdez*
 
 
Henry James eligió vivir como un gentleman inglés aunque nació en Nueva York en 1843. Es sabido que perteneció a una familia acomodada y que vivió en Inglaterra donde finalmente se nacionalizó. Europeizante, estuvo muy influenciado por sus amigos Flaubert y Turgeniev. Quién diría que en su momento él se sintiera, según dicen, opacado por su hermano el filósofo William James, primer psicólogo norteamericano en alcanzar renombre mundial. 
 
 
Se ha hablado mucho sobre su sexualidad y hay diferentes explicaciones entorno a ello, desde un accidente en caballo hasta un incendio tras el que quedara asexuado. En todo caso de esta supuesta condición puede derivarse su visión introvertida del mundo y con ello el desarrollo psicológico que adquieren sus personajes y al mismo tiempo la ausencia de erotismo en su extensa obra.
 
 
El viejo y el nuevo mundo quedan unidos a través de sus personajes y situaciones. Es un tema recurrente en sus textos la presencia de un norteamericano en Europa. Frecuentemente relaciona lo europeo con lo sofisticado y artístico frente a lo americano como lo simple e ingenuo.  
 
 
Creo que lo que más nos embelesa de James es su exquisito lenguaje junto con la forma en que maneja el drama interno y psicológico. Lineal, sin saltos en el tiempo, emplea la técnica del punto de vista; cada personaje encierra un mundo propio. Con su estilo sencillo y claro de frases largas  y descriptivas nos plantea situaciones de gran profundidad psicológica. Con un humor discreto pero siempre presente, algo flemático, aparentemente exento de dramatismo. Nos lleva a través de pequeños quiebres por un argumento apoyado en las motivaciones subjetivas de los personajes. Pertenece a un mundo fino e introvertido, conservador y victoriano. Y no por ello menos interesante. Al contrario, consigue mantener la atención línea a línea sin ningún efectismo y sin rasgo de erotismo alguno. Pero entre esas líneas podríamos captar ciertas interpretaciones freudianas en muchos de sus personajes reprimidos y otros represores. Como la atormentada Catherine  de Washington Square y su controlador padre, frente al pretendiente americano, ambiguo, simplista y presumiblemente codicioso. 
 
 
 
 
LOS PAPELES DE ASPERN
 

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Los papeles de Aspern fue publicada por entregas en 1888, después de Washington Square y de Retrato de una dama. Unos años después publicaría La figura en la alfombra, perteneciendo aún a su periodo más fresco, pues sus últimas narraciones tienen un carácter más barroco, tal es el caso de La copa dorada, entre otras novelas. Algunos dan una explicación curiosa; dicen que el cambio se debió a que a partir de cierto momento James comenzó a trabajar con un amanuense
 
 
Es anecdótico que James conociera en Florencia a una condesa que estuvo casada con el último amor de Byron. Tal como el personaje de la novela Los papeles de Aspern, James le pidió a la condesa ver la correspondencia mantenida entre ellos y la condesa se negó. 
 
 
Da la coincidencia que por esa misma época James supo de un bostoniano que admiraba a Shelley y que logró hospedarse donde Claire de Clairemont. Esta anciana había sido amante tanto de Byron como de Shelley. La anciana guardaba ambas correspondencias. Al morir la señora Claire, la sobrina le ofreció al bostoniano entregarle los papeles a cambio de que se casara con ella. Fue rechazada e incineró las cartas. Todo ello le sirvió de inspiración a James para elaborar la novela, alterando los personajes y los detalles, naciendo así esta cautivadora historia. 
 
 
Los papeles de Aspern está escrito en primera persona. Se trata de un crítico literario, personaje que es a la vez narrador subjetivo del cual solo se sabe la motivación que lo lleva a instalarse en el viejo Palazzo. A lo largo de la historia no se sabe ni siquiera su nombre ni hay una descripción física de él. Lo único que se sabe es que pareciera tener solo en mente la idea de apoderarse de esos ansiados papeles. En base a esa premisa se da todo el desarrollo de la novela. Como  narrador es peculiar pues permanece casi apartado de la acción, observador del mundo que vive dentro de las paredes del palacio veneciano. 
 
 
Se diría que el tema es el de la búsqueda de un tesoro.  Sus personajes son tan solo tres: el narrador, la anciana Juliana Bordereau y su sobrina Tina. Ambas muy ambiguas; la vieja, es por un lado un personaje romántico encerrado en el palazzo decadente, retirada del mundo, que oculta un pasado misterioso y que siente un apego desmedido por el  recuerdo de su amante el poeta Jeffrey Aspern. Al mismo tiempo este excéntrico y complejo personaje es autoritario, manipulador y materialista en exceso, llegando a la codicia. El análisis psicológico que James hace de ella en boca del crítico literario, nos deja ver el dominio que la anciana ejerce sobre su ingenua y apocada sobrina Tina. Ella a s
u vez también es un personaje ambiguo que alberga, contra toda su represión y fidelidad a la tía, la esperanza de agradar al desconocido que ocupa en alquiler una parte del viejo palacio, aun sospechando ambas de sus intenciones de hacerse de los papeles. 
 
 
Los demás personajes son secundarios, tanto el sirviente como la mucama pelirroja; la amiga Missis Priest que alienta al crítico en su obsesión y finalmente John Cumnor, aquel hombre que tenía las mismas pretensiones sobre los papeles y que fuera rechazado por carta por la misma Juliana Bordereau.
 
 
 
 
DESCRIPCIONES Y CONJETURAS
 

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La acción transcurre deliciosamente en diálogos dentro del Palazzo, descripciones sugerentes del lugar y de los personajes o conjeturas del narrador acerca de la misteriosa vida pasada de la anciana. En el jardín que va floreciendo junto con la historia da rienda suelta a su imaginación: 
 
 
Suponía la existencia de un amante extranjero y quizás un rompimiento trágico y poco edificante antes del encuentro con Jeffrey Aspern. Ella habría vivido con su padre y con su hermana en una extraña bohemia de artistas expatriados…Me preguntaba qué podía hacer allí, día tras día, semana tras semana, año tras año… Y no podía dejar de sorprenderme ante tan riguroso deseo de reclusión. Era más que una simple quietud: era el caso de dos criaturas perseguidas, de dos muertas en vida. Parecían no recibir visitas ni cultivar forma alguna de contacto con el mundo.
 
 
Nos envuelve en  la atmosfera veneciana en sus contados paseos con Miss Tina por la Piazza San Marcos. Entretanto se nos van revelando los distintos puntos de vista de los personajes. Frente a la extraña Basílica o al lado de los aposentos de Juliana
 
 
El clímax de la novela es la escena de la anciana descubriendo al hombre listo a rebuscar los papeles:
 
Miré por encima de mi hombro y, confuso y avergonzado, retrocedí. Allí estaba Juliana de pie, envuelta en su blanco camisón mirándome. Con sus descarnadas manos en alto. Sin la eterna cortina que ocultaba la mitad de su rostro. Fue aquella la única vez que vi sus ojos extraordinarios que en aquel momento brillaban de ira. Nunca olvidaré su extraña figura encorvada y vacilante, nunca olvidaré su cabeza inclinada, su terrible expresión. Y recordaré mientras viva el acento silbante de sus palabras cuando me gritó furiosa y apasionadamente: ¡Maldito! ¡Canalla! 
 
 
 
El narrador atraviesa el Gran Canal a bordo de una góndola, aproximándose al anticlímax de la novela en su cuita por renunciar a los papeles o casarse con Tina. 
 
 
Más allá del desenlace final nos quedamos con el gusto que nos deja el lenguaje exquisito de Henry James, convencidos de haber vivido junto a Juliana, a Miss Tina y a este obsesionado personaje en un viejo Palazzo veneciano en busca de un imposible. Absolutamente cautivados.  
 
*Alina Gadea Valdez. Es abogada, graduada en la Universidad Católica. Ha participado en varias antologías de cuentos entre ellas, Primeras HistoriasMatadoras (Estruendo mudo) y Disidentes 1 (Editorial Altazor). Obtuvo el premio Copé Bronce 2006, en la XIV Bienal de Cuento de Petroperú, por el cuento La casa muerta. En el 2009 publicó su primera novela Otra vida para Doris Kaplan (Borrador Editores). Acaba de publicar la novela Obsesión (Editorial Altazor), thriller psicológico que ret
rata una Lima brumosa en la que se entrecruzan personajes complejos que buscan una existencia más intensa.
 


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