“Me interesa la literatura que examina lo que no vemos”

Ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2012 por su novela Sangre en el ojo, la escritora chilena Lina Meruane estuvo en el Perú para presentar dicha obra editada por Grupo Editorial Caja Negra.

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Lina Meruane presentó su premiada novela en Trujillo y Lima. (Foto: Marco Ramírez Colombier)

 

Por Jaime Cabrera Junco
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Lina no es Lucina, la protagonista de Sangre en el ojo. Lina Meruane vive en Nueva York, es periodista y escritora, pero no ha perdido la visión como su supuesto alter ego. Su novela nos interna por la observación que realiza una invidente sobre aquello que la rodea. El lenguaje es intenso, las frases golpean y el lector se sumerge en un mundo lúgubre, donde no parece haber día y en el que los ambientes asfixian. Sangre en el ojo (Grupo Editorial Caja Negra, 2014) es una novela de sensaciones. Esta autora chilena estuvo en el Perú y vino a presentar esta obra, ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz (México) en 2012. Aquí nuestra charla con ella.

 

Empezaste haciendo periodismo, eres profesora en Nueva York, donde vives actualmente, y sostienes que a nivel profesional empezaste en la escritura a través del periodismo y de manera íntima a través de la ficción. ¿Cuándo empezó este interés por esta última forma de escritura?
Mira, no hay una separación tan tajante como la pones tú. Empecé a escribir desde muy joven, desde que tengo noción de escritura, y trabajé un poco secretamente con mis propios textos y luego lo que buscaba en el periodismo era una continuidad con la escritura. Es decir, pensé ¿cómo y dónde voy a escribir más, en Letras o Periodismo? Y a los 17 años opté por esto último porque privilegié la posibilidad de seguir escribiendo, de desarrollar una escritura. Además, me permitió conocer a un montón de escritores y siempre usaba las entrevistas como pretexto para leer sus libros, para hablar con ellos un poco horizontalmente. Lo que pasó es que mientras trabajaba como periodista empecé a desarrollar una escritura de ficción, que es otro género pero también una forma de escritura que no veo completamente desgajada de la escritura del periodismo y, entonces en la ficción desarrollé la parte más imaginativa, más simbólica, tal vez más metafórica de la escritura y me desvié hacia los territorios más perversos, más crueles y también a los más arriesgados que permite la ficción.

Además siempre afirmas que te mueves en esa frontera entre lo real y lo ficcional aunque cuando publicaste en 2012 la novela Sangre en el ojo te preguntaban qué tanto de autorreferencial había en ella y tenías que insistir en que esta era una obra de ficción
Sí, hay como unos espejismos dentro de la escritura. Lo que pasa es que creo que cada novela pasa por un referente que tiene que ver con lo autobiográfico, pero solemos pensar esto como el rescate de la anécdota, pero también son nuestras visiones de mundo, las sensaciones, críticas que queremos hacer o manifestamos en relación con el mundo.

¿Qué influencias literarias te llevaron a escribir? ¿Fue acaso Diamela Eltit una presencia importante?
Uno parte de ciertos lugares y arrastra ciertas cuestiones que son importantes en la formación literaria. También yo llegué al taller de Diamela, quien es una escritora brillante y en quien encontré a una interlocutora importante. Lo que pasa es que he ido desarrollando un trabajo tal vez más personal, apuntando hacia horizontes diferentes a los que apunta Diamela Eltit. Ella es un referente importante, pero hay muchas más lecturas en mi formación, las cuales a veces no tienen nada que ver con eso que surgió en el taller. A mí siempre me interesaron escritores que trabajaron escenarios de cierta crueldad y que llevaban ciertas preguntas hacia sus extremos más difíciles, hacia lugares más complicados. Y me interesaba esas preguntas más complicadas que cierta literatura se hace, que es justamente la literatura que no es la más comercial, porque esta lo que hace es confirmar lo que ya sabemos y agradarnos porque nos confirma ciertos lugares comunes. A mí me interesa mucho más la literatura que cuestiona esos lugares comunes y examina lo que no vemos, lo que nos perturba, lo que nos complica, lo que nos hace ver zonas más oscuras de lo humano. Y entonces por allí van muchas de mis lecturas, y puedo hablar de autores como Severo Sarduy, en los que hay un componente lúdico pero también transgresor. También de escritores como Carlos Droguet, escritor chileno muy notable que tiene una novela hermosa que se llama Patas de perro. También otros autores como Virginia Woolf, William Faulkner, Yukio Mishima, Hertha Muller y Agota Kristof… hay una gran cantidad de lecturas de autores propositivos, pero que desafían esos lugares comunes.

LinaPost2Ahora que mencionaba a Diamela Eltit, ¿por qué cierto sector de la crítica y de los escritores chilenos desdeña su obra?
Creo que la figura de Diamela Eltit es poderosa y las figuras poderosas por su contenido literario generan cierta incomodidad en los que vienen detrás. Creo que también el hecho de que sea una figura femenina rompe un poco los esquemas de lo que se espera de las mujeres y, desde ese punto de vista, también desde su lugar político muy crítico no solo con la derecha, por supuesto, sino también con cierto sector de la izquierda, la han puesto en un lugar más bien incómodo. Creo que todas esas cosas la pusieron en un lugar muy único y creo que cada vez se reconoce su lugar y su aporte para la literatura chilena y a la reflexión crítica sobre la literatura.

Roberto Bolaño escribió un artículo en 1999 en el que decía «hay una generación de escritoras chilenas que prometen comérselo todo», entre las cuales estabas tú. ¿Cómo ha sido el desarrollo de estas narradoras de tu generación?
Creo que hay una generación importante que se constituye por varios nombres de escritoras que surgimos casi al mismo tiempo y que hemos continuado trabajando en la literatura. Allí está también Alejandra Costamagna, a quien conocía en ese momento. También estaba Nona Fernández, Andrea Jeftanovic, y otras que vienen detrás. Creo que es un momento importante para la literatura porque tenemos voces muy distintas.

¿Por qué afirmas que la literatura chilena está muy chilenizada?
Bueno, lo que quise decir es que me parece que hay un interés muy local dentro de la literatura chilena y creo que seguimos trabajando los temas de la dictadura, además hay una especie de momento en que se siguen pensando los mismas temas de la misma manera y la pregunta es ¿cuáles son los temas nuevos? Y también cómo miramos desde Chile el exterior y me refiero a otros procesos latinoamericanos, cómo pensamos otras literaturas, cuánto nos dejamos contaminar, en el mejor sentido de la palabra, por otras literaturas. Lo que dije era una reflexión y una invitación a pensar también más ampliamente que la frontera chilena y sus problemáticas locales.

 

 

SANGRE EN EL OJO

Nació en Santiago de Chile en 1970. Es descendiente de palestinos e italianos. Empezó a ejercer el periodismo cultural y en 1997 recibió la beca de escritura del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes de Chile (FONDART) para terminar su primer libro de cuentos Las infantas. Ha realizado un doctorado en literatura hispanoamericana en la Universidad de Nueva York, donde actualmente es profesora de literatura y culturas hispanoamericanas. Además fundó el sello independiente Brutas Editoras que edita desde Chile y Estados Unidos.

“Me gustaba la idea de jugar y por eso mi nombre está sembrado dentro de la novela para señalarle al lector que algo de esto ocurrió, pero al mismo tiempo debe desconfiar de la idea de verdad que contiene la novela”, se refiere Lina al hablar de la novela que acaba de presentar en la Feria Internacional del Libro de Trujillo.

Hablemos de tu novela Sangre en el ojo. La protagonista es una periodista y escritora invidente que firma como tú, Lina Meruane, y a nivel literario dices que te interesaba la intensidad, y en toda la novela esto queda de manifiesto. ¿Cuál fue el punto de partida para escribir esta novela y cuál fue esa experiencia límite que decías que te llevó a hacerlo?
Sí, como te decía, el gatillante de la novela fue una experiencia personal vivida en el año 2001 y me interesaba esa experiencia porque me parecía que contenía algunos materiales ricos como la pérdida de la vista, además me llevó a pensar cómo se ve desde la no visión y cómo se escribe a ciegas. Ese fue el gatillante, pero en el proceso de escritura de este libro también fui descubriendo otras cosas sobre cómo funciona la memoria en el momento de la ceguera, cómo la enfermedad trastoca ciertas relaciones afectivas y cómo se impone un instinto de supervivencia desde el amor romántico, dulce…y cómo se lleva todo esto a un lugar extremo.

Si bien la protagonista es ciega lo que hace ella como narradora es describir a partir de sus sensaciones y va ‘viendo’ así lo que ocurre a su alrededor
De hecho pensaba cuando escribía el libro que iba a ser una novela oscura, pero resultó ser mucho más visual de lo que esperaba, y también recurrí a todas las otras sensaciones y sentidos del cuerpo, es como si este fuera un gran aparato receptivo. Esas son cosas que descubrí mientras escribía y pensaba sobre el tema de la ceguera. Ya había trabajado en otras novelas anteriores la construcción de un universo sensorial, pero en Sangre en el ojo me parece que resultó mucho más poderoso porque la protagonista no puede ver. Para cerrar la respuesta, digamos que también descubrí que el ojo es un órgano receptivo pero que la imagen se forma en el cerebro. Entonces, la memoria es un órgano de la visión, y por eso la novela resultó ser visual porque de alguna manera reconstruye lo no visto desde lo recordado y lo que se vio después.

SangreenelOjoPortadaPodríamos destacar otros aspectos de la novela, como es el trabajo del lenguaje, que es donde recae la fuerza de esta obra. ¿Cómo fue este proceso, qué tan difícil fue?
Fue arduo (ríe), sí bueno lo que pasa es que el material de la escritura es la escritura misma. El material de una novela es nuestro desafío con las palabras, además creo que una novela está mucho más constituida por el trabajo del lenguaje que por la anécdota. Lo que se cuenta termina siendo un pretexto para cómo contarlo y a mí eso es lo que más importa de la escritura. Fue un trabajo lento pero intenso el que me tomó escribir la novela. También hubo mucha corrección, yo podría decir que he escrito esta novela siete o diez veces. Cada oración está muy pensada para conseguir ciertos efectos que a mí me interesaban. Efectos de intensidad, efectos de sensaciones poderosas, cortes de frases para expresar momentos en que uno se queda sin palabras, en el que la protagonista no puede decir lo que está pasando por ser demasiado violento. Y, en fin, trabajar los ritmos para transmitirle al lector lo que el personaje siente sin tener que explicárselo de manera literal.

Cuando el jurado en México te otorgó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz destacaba que en tu obra se evidencia la búsqueda de un lenguaje personal a través de la «seducción narrativa»
Sí, bueno, no sé qué tan seductora es la novela, pero vuelvo a decir que fue un trabajo muy puntilloso con el lenguaje y esa es la parte que más disfruté de la escritura. Alguien me preguntó si había sufrido bastante de escribir el libro, pero no fue así porque también fue un placer cuando uno encuentra la palabra es siempre un descubrimiento, uno está en esta tensión con la escritura y cuando surge algo es como una suma, el hallazgo.

Y luego de este libro, cuando podría esperarse que sigas explorando esta temática de la enfermedad, rompes el esquema con este libro de crónicas titulado Volverse palestina, que reúne unas crónicas de viaje en la que vas en busca de tus raíces
Bueno, ese libro es de otro género que sí es autorreferencial y en el que me atuve lo más que pude a los hechos, y es una crónica que en parte recupera los orígenes palestinos de mi familia por el lado paterno, pero también es un texto en el que descubro en el que estos orígenes son también un relato, algo envejecido pero al mismo tiempo perdido porque es un siglo de inmigración. La crónica expresa que la identificación con lo palestino es menos por el lado de la idealización del pasado y mucho más por la intensidad y la injusticia del presente por el lado del compromiso político. Sentí que era el momento de decir algo, porque el escritor también debe pronunciarse sobre ciertos temas.

Esto revela que no hay un encasillamiento en tu obra, pues esta presenta una variedad de registro en el que la realidad y la ficción van equilibrándose
Me defino a mí misma como escritora, además hay muchos géneros en los que se puede trabajar, y a mí me interesa la relación entre los géneros y en que se pueden usar dentro de la novela. De hecho, en Fruta podrida -la novela anterior a Sangre en el ojo- hay unos poemas que escribe la protagonista y la parte final es un texto que en realidad es un monólogo teatral que luego convertí, efectivamente, en una obra de teatro. Entonces esta exploración de los géneros me parece productiva, enriquecedora y divertida, y también ahora estoy muy interesada en el ensayo. Cada género tiene sus desafíos y también sus porosidades, entonces trabajar y moverse de un género a otro significa también una serie de aprendizajes y eso me interesa.

Todo esto podría llevarnos a la pregunta retórica: ¿por qué escribes?
Tal vez la única respuesta sea ¿por qué no? Es la manera en que encuentro para pensar ciertos problemas. Siempre siento que pienso mucho mejor cuando escribo que cuando hablo, y por eso no me gustan mucho las entrevistas. Pero creo que escribir me ayuda a pensar y al mismo tiempo también porque no puedo dejar de hacerlo.

 

 

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE LINA MERUANE

[youtube width=»480″ height=»270″]http://www.youtube.com/watch?v=IYa-CBLkyMA[/youtube]

1. Patas de perro, de Carlos Droguett.

2. Confesiones de una máscara, de Yukio Mishima.

3. Los ingrávidos, de Valeria Luiselli.

4. Pedro Páramo, de Juan Rulfo.

5. El extranjero, de Albert Camus.

 



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