Leer el mundo: la lectura en tiempos pragmáticos

 

Comentamos el más reciente ensayo de la antropóloga francesa Michèle Petit sobre la dimensión de la lectura y sus circunstancias frente a una sociedad que exige rentabilidad económica a casi todo. Es un texto de imprescindible lectura para docentes y promotores culturales.

 

Por Jaime Cabrera Junco

Michèle Petit es una de las principales investigadoras sobre la lectura, su práctica y problemática a nivel mundial. Lleva 20 años estudiando esta actividad cultural que, en estos tiempos de libre mercado y pragmatismo, suena a pérdida de tiempo. Por ello, su última publicación titulada Leer el mundo. Experiencias actuales de transmisión cultural (Fondo de Cultura Económica, 2015) es de gran importancia sobre todo cuando hoy en día todas las actividades humanas parecen obligadas a generar dinero. De allí esa visión equivocada de que leer sea un quehacer improductivo.

Leer un libro sobre la lectura ha sido detenerse para mirar nuestros pasos, ha servido para reflexionar sobre aquello que los lectores habituales tenemos sobreentendido: que la lectura es un mecanismo para vivir vidas ajenas a la nuestra y, por eso mismo, nos ayuda a entender la vida, pero sobre todo a comprender la fragilidad y volatilidad de esta. Alguna vez Mario Vargas Llosa lo había dicho de otra forma: no es que la lectura nos vuelve felices sino que nos prepara para la infelicidad. Por todo esto, la lectura de este ensayo de Petit no solo ha sido reconfortante sino que dan ganas de hacer llegar el libro con su respectivo papel de regalo a los gobernantes, a los técnicos de los ministerios de economía y finanzas, así como a los dueños de empresas que se desviven por generar dinero y más dinero.

leer el mundoPortadaPor todo lo anterior no se crea que estamos ante un libro lleno de alegatos a favor de la lectura o con lemas vacuos como “leer nos hace mejores” y otros por el estilo. No, estamos ante un libro con reflexiones y que también admite los problemas y da cuenta de los factores que convierten a la lectura en una práctica que, entendida de manera tradicional, ha disminuido ante las computadoras y dispositivos como los teléfonos inteligentes. Sin embargo, Michèle Petit sostiene que este libro es un acto de rebeldía “contra el hecho de estar cada vez más obligado, si se defienden las artes y las letras (o también, las ciencias), a proveer pruebas de su rentabilidad inmediata, como si esta fuera su única razón de ser”. Allí está la esencia del libro, uno no debe pedirle a la lectura rentabilidad inmediata como a un banco, es entonces una actividad que nos pone en perspectiva de otros, no necesariamente nos vuelve mejores personas –otra creencia errónea- sino que nos hace entender aquello que el libre mercado no le conviene promover: que más allá de nosotros existen otras personas, que no somos únicos y superiores, que todo es relativo y efímero, que la felicidad no la compras con una tarjeta de plástico.

 

¿PARA QUÉ SIRVE LEER?

Es momento de abordar la tesis principal de este libro, la cual la encontramos en el capítulo dos. En este la autora resume el espíritu de este texto llevándola a su dimensión humana. Ella misma ha dicho que muchas veces se ha sentido como una suerte de motivadora de los promotores culturales y docentes. Pero esto va mucho más allá. Así, Petit sostiene en la página 57:

Leer sirve para encontrar fuera de sí palabras a la altura de la propia existencia, figuraciones que permiten poner en escena, de manera distanciada o indirecta, lo que se ha vivido, en particular los capítulos difíciles de cada historia. Para desencadenar súbitas tomas de conciencia de una verdad interior, que se acompañan de una sensación de placer y de la liberación de una energía atascada. Leer sirve para descubrir, no por el razonamiento sino por un desciframiento inconsciente, que lo que nos atormenta, lo que nos asusta, nos pertenece a todos.

¿Se trata de ser persuasivos y creer que así todos serán lectores? La autora no es dogmática sobre esto. Incluso, dirigiéndose a los promotores culturales, les dice que no sientan que han perdido el tiempo si los niños a su cargo no se vuelven lectores. Se trata, dice, de ofréceles un tesoro de palabras, relatos e imágenes de las que ellos podrán volver mucho tiempo después.  Se trata de asociar el libro con la libertad. Si bien en este ensayo Petit nos presenta reflexiones personales así como investigaciones y estudios de otros colegas suyos en Francia y Latinoamérica, el objetivo del libro es reivindicar a la lectura como una actividad que, a diferencia de otras, nos permite comprender el mundo, “es forjar un arte de vivir cotidiano que escape a la obsesión de la evaluación cuantitativa, es forjar una atención”.

El libro fue presentado en abril en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y en este video la ensayista nos da mayores luces sobre este trabajo que esperemos llegue pronto a Lima. Por el momento, el texto puede ser consultado en la biblioteca Mario Vargas Llosa de la Casa de la Literatura Peruana donde donamos un ejemplar.