Juan Pablo Mejía: “El trabajo del editor cuando es bueno no se nota”

 

Paracaídas Editores cumple nueve años. Es uno de los sellos cuya apuesta por la publicación de poesía ha permitido dar a conocer a jóvenes poetas como también a divulgar la obra de aquellos con amplia trayectoria. En este nuevo aniversario, la editorial emprenderá un nuevo camino para seguir creciendo. De esto conversamos con su director, Juan Pablo Mejía, quien fundó este sello en 2006 sin proponérselo. Paracaídas Editores celebrará su aniversario este martes 29 de setiembre, a las 7:30 pm, en el Centro Cultural de España de Lima.

 

 

Por Jaime Cabrera Junco

Paracaídas Editores nació de casualidad y por necesidad. En setiembre de 2006 un amigo de Juan Pablo Mejía –por entonces estudiante de Comunicación en San Marcos– quería publicar su primer poemario. Los costos editoriales eran inalcanzables, así que poniendo en práctica sus conocimientos de diagramación Juan Pablo decidió publicar de manera artesanal este primer libro. Otros poetas jóvenes recurrían a él, pero les decía que no tenía una editorial, sin embargo se volvió a dejar llevar y así empezó la historia. Paracaídas, el nombre surgió de un verso del poema Fuerza Aérea de Arturo Corcuera que dice “una flor se lanza en pa-ra-caí-das para no lastimarse”. Un paracaídas para ayudar a un aterrizaje suave especialmente a los poetas.

El sello tiene más de un centenar de títulos publicados, entre los cuales destacan sus títulos de poesía, especialmente de autores debutantes, así también novelas y libros de cuentos. En nueve años su presencia se ha vuelto importante, y en este momento Paracaídas se alista a emprender un salto necesario para poder crecer. De eso y otros temas charlamos con su editor Juan Pablo Mejía.

¿En nueve años de labor editorial al frente de Paracaídas cuál es el balance? Se dice que las editoriales independientes no son un negocio rentable
Nunca hemos visto a la editorial como un negocio, puede ser un poco de perseverancia, de testarudez, pero la editorial no se sostiene por la venta de libros, pues la situación con las librerías y con el mercado es muy complicada. Nadie compra libros de poesía, excepto los familiares, amigos y el público interesado en consumir lo que está sucediendo en poesía. Nosotros vivimos de otro tipo de servicios. Yo mismo soy free lance en diseño, diagramación y corrección de estilo, y la editorial se sostiene básicamente por el interés que existe en algunos autores en apostar por nosotros.

Es un trabajo de amor al arte, no es que se gane dinero
No se gana dinero, se pierde a veces, pero igual es lo que me gusta hacer. Si tengo la tranquilidad de hacer algo que me gusta y no verme afectado lo voy a seguir haciendo.

Paracaidas9aniv¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje en todo este tiempo?
Pertenezco a una promoción de editores que ha aprendido a serlo por ensayo-error, ninguno de nosotros ha estudiado edición. Ha habido múltiples colaboraciones porque cada uno se ha especializado en algo distinto y para mí lo más importante ha sido crecer con esta gente, aprender de sus virtudes, entonces hay una relación constante de colaboración.

¿Cuáles son los criterios que sigue Paracaídas para publicar sus libros?
Al no ser una empresa con objetivos económicos muy claros, es algo romántico en realidad, nuestro criterio es el gusto. Si el libro me interesa lo publico, sino por más dinero que haya en la mesa el libro no sale. Es instinto si se quiere.

Tengo entendido que ahora en este noveno año tienes un proyecto para diversificar la editorial
Estamos asociándonos con un grupo de personas que he tenido la oportunidad de conocer en el último año con los cuales tenemos muchas cosas afines en lo editorial. Paracaídas va a pasar a formar parte de una empresa que va a empezar a tener una mirada empresarial. Yo no soy muy bueno para vender o promocionar libros, ese debe ser mi principal defecto, pero sí considero que soy muy bueno haciendo libros, entonces estoy asociándome con personas que pueden complementar esas habilidades. Ellas son Luisa Fernanda Arris, Diana Gonzales Obando, Medalie Reyes y Melissa Pérez García, estas dos últimas desde hace un tiempo me han ayudado a ordenar la casa porque en verdad he sido muy intuitivo y a la vez muy desordenado.

Es importante también que el proyecto inicial no se distorsione por una mirada empresarial
Soy un lector de poesía y lo que más me gusta es editar es poesía. Las publicaciones en narrativa han sido como pequeñas aventuras y de riesgos que quise tomar en un determinado momento. Y ahora la idea es explorar otras líneas como la no ficción, el ensayo político, todo lo que está en el mercado editorial. Es un reto. En Paracaídas había un momento en el que no había muchas motivaciones y es hora de pasar a la siguiente etapa.

¿Cuáles son las principales virtudes que debe tener un editor?
Tiene que ser coherente con lo que hace. No puedo salir declarando esto y al día siguiente vender mi línea editorial por una necesidad económica. Tiene que ser totalmente humilde con lo que hace, y ser muy responsable con lo que publica. Siempre he dicho que el trabajo del editor cuando es bueno no se nota, entonces el autor siempre se lleva los créditos cuando las cosas salen bien, pero cuando se detecta un error o problemas con la edición, inmediatamente todos apuntan al editor. Es un oficio muy extraño. Nuestro trabajo es ser invisibles. Creo que esa es la idea.

¿Qué defectos del trabajo editorial deberían superarse en nuestro país?
Al no tener una formación académica en esto, muchos nos hemos involucrado en la edición por afán y los primeros años de una editorial son difíciles en cuanto el producto. No conoces los materiales con los que vas a trabajar o sabes casi nada de tipografía o de composición, y creo que pesa mucho allí el criterio. Hay una discusión sobre lo que significa ser editor independiente, en relación a qué, al mercado, a su tradición. El editor es el que corrige o invierte…esto no está muy claro en el tiempo que llevo trabajando en esto.

¿Han mejorado las condiciones para el trabajo editorial?
Sí, hay muchas posibilidades de imprimir un libro decente incluso en el Centro de Lima. Los software de diseño son mucho más amigables, e insisto es cuestión de criterio, y también pasa por el interés que uno tiene en el oficio. Sin embargo, si lo reduces al plano comercial, no se trata de eso. Tiene que haber algo de fibra o sangre en lo que estás haciendo.

¿Qué ayuda debería haber de parte del Estado?
Esa discusión es bien complicada. En otros países existe mucho apoyo en cuanto a becas para los escritores, editores, financiamiento…en el Perú no hay nada de esto. Con suerte está el Copé que existe para los escritores y el Estado no interviene para nada. La Ley del Libro se ha reducido a que no te cobren el IGV y nada más y ni siquiera está reglamentada. Por ahí la empresa privada ha apoyado un poco más, pero tampoco tanto.

¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción en la editorial?
Es difícil pensar en cosas así porque es como reducir nueve años a una sola idea. Mi mayor satisfacción debe ser encontrarme con los autores de la editorial y saludarlos sin problemas, no tener que esconderme de alguno (ríe). También están las personas que he conocido en este tiempo y han perfilado lo que la editorial es ahora.

 

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE JUAN PABLO MEJÍA

  1. El Aleph, de Jorge Luis Borges.
  2. La tortuga ecuestre, de César Moro.
  3. La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa.
  4. En los extramuros del mundo, de Enrique Verástegui.
  5. Montacerdos, de Cronwell Jara.