J. G. Ballard: El novelista favorito del rock

Cuando murió, hace poco más de tres años, el prestigioso semanario inglés de música New Musical Express, o NME, publicó la nota «No hay futuro: por qué J. G. Ballard es el novelista favorito del rock», en la que explicaba: «Los vívidos mundos imaginarios de Ballard equiparon a los letristas con las herramientas para criticar a la modernidad de una manera que resulta novedosa y urgente».

 

Por Christian Ávalos Sánchez
 
Costas paradisiacas habitadas por «eurodesechos» dispuestos a podrirse de aburrimiento y estimularse, de vez en cuando, con algunas drogas duras o uno que otro crimen violento. Sociópatas que solo consiguen la mayor excitación sexual chocando sus automóviles a altas velocidades en las autopistas. Clubes nocturnos donde suena música que no escucha nadie.Todas estas imágenes forman parte del universo creado por el escritor británico James Graham Ballard (Shanghái 1930-Londres 2009), una obra caracterizada por la descripción de sociedades disfuncionales que, en un escalofriante futuro cercano, caen presas de diversas manifestaciones del fascismo y de la violencia: consumismo feroz, pérdida del afecto, veneración irracional a las celebridades o dependencia patológica de las nuevas tecnologías.
 
¿Te suena de algo? J. G. Ballard, quien prefería que a sus relatos se les llamara «ficciones predictivas» y no ciencia ficción, predijo con gran maestría las características de la sociedad actual en una serie de distopías en las que ya anunciaba desde el derretimiento de los polos hasta la alienación total del individuo. A diferencia de la corriente principal de la ciencia ficción de su época (entre las décadas de 1960 y 1970), Jim Ballard prefirió obviar por completo las ficciones de grandes monstruos y seres del espacio exterior para centrarse en un abismo mucho más profundo y oscuro: el espacio interior, el apocalipsis interno, el lado siniestro de la psique humana de fines del siglo XX, ese oscuro planetoide del que viene el hombre actual, el verdadero alien.
 
Cuando murió, hace poco más de tres años, el prestigioso semanario inglés de música New Musical Express, o NME, publicó la nota «No hay futuro: por qué J. G. Ballard es el novelista favorito del rock», en la que explicaban: «Los vívidos mundos imaginarios de Ballard equiparon a los letristas con las herramientas para criticar a la modernidad de una manera que resulta novedosa y urgente». Esta influencia se ha visto reflejada en los trabajos de músicos de distintas tendencias, como Radiohead, Joy Division, Buggles, Madonna, Empire of the Sun, Hawkwind, Comsat Angels, Klaxons, Manic Street Preachers, David Bowie, Gary Numan, entre otros. Aquí nos ocupamos de cinco canciones inspiradas en cinco distintos trabajos de J. G. Ballard.
1. «Video killed the radio star», The Buggles

Esta canción, del disco The age of plastic (1979), es conocida sobre todo por ser el primer video transmitido por la cadena MTV, a las 00:01 del 1 de agosto de 1981. Lo que quizá no sabías es que está inspirada en un cuento ballardiano: «The sound sweep» (o ‘el barrendero de sonidos’), que narra un mundo obsesionado por la limpieza sonora del ambiente, donde la música se ha transformado en una experiencia fría y desencantada «reescrita por las máquinas y la nueva tecnología» y donde un cantante de ópera es ya material obsoleto. La elección de esta canción para abrir la transmisión de MTV no pudo ser mejor: era un presagio de lo que le esperaba al negocio de la música con la entrada al mercado de este nuevo canal. Para muestra un botón: esta canción era casi desconocida en Estados Unidos el día del lanzamiento de la cadena televisiva (el grupo lanzó la canción en Gran Bretaña en 1979). Luego de la transmisión del video, las ventas de este single de The Buggles se dispararon en América.

 
2. «Airbag», Radiohead
 

La influencia de Ballard está sobre todo presente en grupos como Radiohead o Joy Division. Álbumes como OK Computer (1997) o Closer (1980) son claros ejemplos de esta influencia. Tanto Thom Yorke como el desaparecido Ian Curtis se declararon grandes lectores de los cuentos y novelas de J. G. Ballard. Yorke, por ejemplo, incluyó en el OK Computer esta canción, «Airbag» (que describe un choque automovilístico en cámara lenta), inspirada en la novela Crash (1973), ficción que también inspirara a otros como Gary Numan o David Bowie. La novela toca el tema de la obsesión de una clase acomodada y corrompida por alcanzar el clímax sexual mediante la violencia de los accidentes automovilísticos, en la que las heridas o las prótesis son entendidas como constancias de grandes orgasmos. Ballard arriesgó mucho con este texto; no otorga concesiones al lector y lo estrella contra el guardafangos de los vertiginosos automóviles. Es conocida la anécdota de que el primer editor que recibiera el manuscrito de esta novela exclamara que Ballard necesitaba ayuda psiquiátrica urgente

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Para el autor, no hay imagen más potente para entender al hombre del siglo XX que la de este y su auto; lo resume todo: «Los elementos de velocidad, drama, agresión, la unión de la publicidad y el consumo con el paisaje tecnológico, la violencia y el deseo, el poder y la energía». También simbolizaban otra cosa que lo preocupaba: la muerte de la emoción o de cualquier respuesta emotiva. Aunque tenía fe en el nacimiento de una nueva afectividad, sabía que esta estaría estrechamente emparentada con las máquinas y la nueva tecnología. ¿Alguien dijo Facebook?
 
 
3. «Atrocity exhibition», Joy Division
 

https://www.youtube.com/watch?v=5AqeqAQ1ILI&w=420&h=315

La banda de Ian Curtis abre el disco Closer, que salió poco antes de la muerte del vocalista, con esta canción, opresiva y oscura, que está inspirada en la novela que lleva el mismo nombre. El libro trata sobre un médico de un hospital psiquiátrico que intenta dar sentido a los acontecimientos del mundo que lo rodean. De corte experimental, la novela está organizado por capítulos que llevan títulos como «Tú: Coma: Marilyn Monroe», «Notas para un colapso mental», «Por qué quiero joder a Ronald Reagan», entre otros.

 
 
4. «Golden skans», The Klaxons
 

The Klaxons ganaron al premio Mercury al mejor álbum del año 2007 con su opera prima Myths of the new future, que toma el título del libro de cuentos homónimo de Ballard. De este disco, extraemos la canción «Golden skans», en la que, desde el arranque, ya nos piden que dejemos de pensar en el futuro como una posibilidad.

 
 
5. «A billion balconies facing the sun», Manic Street Preachers
 

Los grupos de rock no solo han usado argumentos ballardianos para componer canciones, también han tomado el título de una obra de Ballard como nombre de la banda (Comsat Angels o Empire of the Sun), o para nombrar discos (como en el caso anterior de The Klaxons), o incluso, a veces una frase que puede sintetizar todo el mensaje que tanto la canción como el libro llevan. Ese es el caso de esta canción de Manic Street Preachers, la que literalmente se traduce como ‘mil millones de balcones de cara al sol’, que es casi el eslogan de un tipo de urbanidad que Ballard empezó a predecir desde la década de 1970.

 
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La frase que da nombre a esta canción de Manic Street Preachers (grupo que ya había sampleado la voz del autor en la canción «Mausoleum», del disco de 1994 The Holy Bible) es tomada de una de las últimas novelas de Ballard que habla sobre el tema de este tipo de comunidades cerradas, hoy tan comunes: Noches de cocaína, de 1996. En esta novela, ha sucedido un crimen, el incendio de una mansión ubicada en Estrella de Mar, España, en donde mueren un matrimonio de jubilados y algunos más mientras en el patio de la misma casa se celebraba una fiesta. Frank Prentice, conocido administrador del club más importante de esa comunidad, se autoinculpa, a pesar de que las pruebas no son contundentes y de que nadie cree en su responsabilidad. Su hermano Charles vuela desde Londres hasta el lugar para averiguar por qué su hermano hace eso. Lo que va destapando a lo largo de su estadía cambiaría su modo de ver las cosas por completo: Estrella de Mar es una comunidad de retirados de toda Europa, aburridos y multimillonarios, que no tienen mejor cosa que hacer de su vida que sentarse en sus balcones de cara al sol, sin ideologías ni perturbaciones que afecten al resto del planeta. Una utopía apócrifa que poco a poco va develando su verdadero rostro.


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