Gabriel Ruiz Ortega: “Los escritores, hoy en día, están comprometidos con sus propios intereses”

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En esta entrevista el crítico y escritor Gabriel Ruiz Ortega hace un balance de la literatura peruana, de sus autores y no escatima críticas sobre algunas exclusiones a propósito de la reciente Feria del Libro de Bogotá.

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Por Manuel Coral González

En el Boulevard de la Cultura de Quilca, en el stand 16 de Selecta Librería, alrededor de una cantidad innumerable de libros, se encuentra Gabriel Ruiz Ortega. Él comparte la idea de Rodrigo Fresán sobre lo que debería ser un escritor: un lector que escribe. Es autor de la novela La cacería (2005) y ha sido la persona encargada de la serie de antologías de narrativa peruana contemporánea Disidentes. Colabora, además, desde hace un año en Lee por gusto.

 

ESTRICTAMENTE LITERARIO

¿Cuál fue tu primer contacto con la literatura?
¿Mi primer contacto con la literatura? no lo recuerdo. Seguramente desde niño, pero empecé a leer en serio a los 12 o 13 años. En este sentido, mis padres me animaron siempre a leer y pese a las carencias económicas jamás dejé de tener libros en casa, y si en caso no había, mi viejo se las ingeniaba para conseguirme. Leía mucho a Salgari y Verne. Ahora que recuerdo, al menos durante mi último año de colegio, o los dos últimos, almorzaba y cenaba leyendo Tradiciones peruanas, en una bella edición en Aguilar, en papel biblia y de tapa roja. Dos tradiciones por día. Cuando salí del colegio lo único claro que tenía para mi vida era que no quería dejar de leer.

¿Recuerdas la primera novela que marcó tu experiencia como lector?
He leído muchas novelas que me han marcado, pero hay una que recuerdo con mucho cariño, que afianzó un incipiente interés en la literatura como oficio, digamos que encaminó una vocación. Sin duda, aún tengo imágenes y diálogos de El mundo es ancho y ajeno en mi memoria. A lo mejor sueno un tanto anticuado, pero no me importa, esta sigue siendo una novela que recomiendo, más aún en estos tiempos en los que al parecer ha caído en el olvido, o lo que es peor: se la lee con obligación.

¿Crees que eso influyó en tu estilo narrativo o solo incentivó tu entusiasmo por la lectura?
No influyó, para nada. Los libros que me han influido y siguen influyendo, hago memoria: La ciudad y los perros, Los siete locos, Los lanzallamas, El Gran Gatsby, El sonido y la furia, Las ilusiones perdidas, Manuscrito encontrado en Zaragoza, Matadero cinco, El legado de Humboldt, Llámalo sueño, Petersburgo, El paraíso perdido, Los reconocimientos, Las flores del mal, Trilce, Dietario voluble, El arcoiris de la gravedad, La muerte de Virgilio, el Tristram Shandy, La forja de un rebelde, La fortaleza de la soledad, Vida. Instrucciones de uso, El palacio de la luna, el Quijote, En busca del tiempo perdido. En estos momentos la memoria me traiciona, puedo mencionarte más el día de mañana.

Para Cortázar, por ejemplo, la poesía se sentía a diferencia de los relatos como el cuento o la novela. ¿Crees que la poesía y la narrativa tienen modos distintos de disfrutarse? ¿Existe un límite entre ambas?
Al respecto tengo ideas claras: los idiotas no pueden leer poesía y lo mejor que le puede pasar es que siga siendo apreciada por un círculo, mientras más reducido, mejor. Así se cuida la poesía de la masificación, no le pasaría lo que sí al teatro, la música, el cine y las artes plásticas. Para apreciar la poesía necesitas de un rigor, de un formado nivel intelectual, de muchas lecturas, tienes que conocer de historia, métrica, saber el contexto en el que se escribió el poema. La poesía tiene muchos niveles, pero también tiene ese hechizo que te remueve sin necesariamente entenderla. Ahora, las cosas en narrativa no son tan complicadas, hay muchos registros, como para todos.

¿Al momento de escribir, crees que tu método de trabajo va más por lo vargasllosiano; trabajar, por ejemplo, ocho horas diarias, encerrarte y escribir desenfrenadamente. O, al contrario, eres como Onetti, que escribía cada vez que le daba la gana?
Hoy en día es muy difícil encontrar un escritor que pueda cumplir el horario vargasllosiano, quizá esté equivocado en esa apreciación. Por otro lado, creo que cada escritor tiene su propio ritmo y esas horas que uno invierte en la escritura no tienen nada que ver con el tiempo ni con la cantidad de horas que escribas o no. Yo, por ejemplo, conozco escritores muy buenos que escriben diariamente tres horas; y con ello es más que suficiente. Quizá en ese tiempo puedan reflejar el mundo en palabras. También están los que escriben una hora. Te comento un caso, y no estoy cometiendo una infidencia: un amigo mío es escritor y él tiene un problema muy fuerte con el alcohol. Sin alcohol no puede vivir, entonces, lo que hace es escribir en un cuadernito durante quince minutos, supongamos que en la mañana. Luego en la tarde escribe otros quince antes y después del almuerzo, de esta forma él reparte su cuarto de hora a lo largo del día. Al final, esos retazos que encierran una lógica, agrupados hacen de tres a cinco horas de escritura. Es increíble. Por eso tiene el reconocimiento que merece. Te estoy hablando de un pata que escribe narrativa y que vive como poeta. ¿Qué quiero decir con esto? Así sea ocho, tres o una hora, tiene que haber una constancia en ese ritmo de escritura. El verdadero escritor escribe siempre y en cualquier lado.

 

LA LITERATURA COMO FORMA DE VIDA

Disidentes2Fuera del trabajo creativo y el de lectura, has realizado también trabajos como antologador, este, bajo tu criterio, depende de la sensibilidad del lector. ¿Cuál fue tu propuesta al realizar Disidentes?
Cuando salió el primer Disidentes, en el 2007, era necesario dar cuenta de una eclosión narrativa bastante interesante que se daba en esos años. Me interesaba porque había buenos escritores y escritoras, y sobre todo, que eran muy superiores a los que salieron en la década del noventa. Ese libro tuvo mucho éxito. Más de sesenta reseñas. Hubo polémica, discusión. Luego, en el 2011 saqué Disidentes 1, en la que intenté hacer un muestreo de la narrativa peruana escrita por mujeres entre el 2000 y el 2010, pero un muestreo que fuera una respuesta a Matadoras, en donde quedó en evidencia el ejercicio de la arqueología Google, puesto que no se buscó, no se leyó al momento de armar la selección. Es que me fastidia cuando se festeja la ociosidad. Y en el 2012 publiqué Disidentes 2, más o menos una depuración del primer Disidentes, en donde reconocí ciertos errores cometidos, apostando ahora exclusivamente por la calidad literaria. No es una antología que sonó como la primera, pero en lo personal me dejó tranquilo, en donde sentí que no debía hacer más luego de la presentación en la sala César Vallejo de la FIL, que se llenó gracias al boca a boca, sin prensa de por medio, ni ayudadita. Fue una noche mágica para los lectores. Algunas personas critican la serie Disidentes, pero antes de hacerlo deberían tener en cuenta que la valla es muy alta: primero consigue más de sesenta reseñas sin tranzar, después llena la sala más grande de la FIL, una vez cumplidos estos dos puntos, recién prestaré atención a los que la critican. Yo no gasto pólvora en gallinazos.

¿Te sientes satisfecho con el resultado de la antología?
Eso no te lo puedo decir. Satisfecho por el éxito, sí, pero el éxito de ahora no es garantía de saludos en el futuro. Meses después del Disidentes 2 recibí una propuesta para armar un Disidentes sobre poesía peruana de los últimos 20 años. La propuesta vino de la gente de la UAM de México y les dije que ya, pero a las semanas desistí del proyecto, para qué otro, me dije. Yo hice estas antologías porque quise hacerlas y porque tuve la suerte de tener un par de editores que me apoyaron. Si bien es cierto que ahora tenía el apoyo editorial, no sentía esa paz interior que se necesita para hacer un trabajo como este, que aparte de desgastante, pone a prueba tu capacidad de lector.

Por otro lado, manejas un blog que es muy visitado y seguido por muchas personas a las que les gusta la literatura. ¿Cómo nació la idea de crear La fortaleza de la soledad?
Abrí un blog en la época en la que casi todos los escritores peruanos tenían uno. Pues bien, estuve entre dos nombres que son de dos novelas que me gustan mucho: El palacio de la luna de Paul Auster o La fortaleza de la soledad de Jonathan Lethem. Al final me incliné por la segunda, porque es una novela que tiene muchas cosas asociadas a mis aficiones, como el rock, la literatura popular, los cómics, el cine. Creo que es una novela que se escribió para mí. Probablemente, a los cuarenta o cincuenta años, ya un poco más maduro, decida administrar un blog llamado El palacio de la luna.

Al ser uno de los blogs más visitados, ¿este te ha traído algún tipo de reconocimiento?
No es precisamente reconocimiento lo que me depara el blog, no se puede hablar de reconocimiento en una era tan etérea y fugaz como esta. Lo que sí siento es que mi opinión es tomada en cuenta y eso lo percibo cuando me piden que presente libros, sea de autores noveles como consagrados, cuando me piden vaya a conferencias, charlas, congresos, cuando me piden prólogos y textos de contraportada y demás. Y yo encantado de hacerlo siempre y cuando el libro sea bueno o interesante, y con gusto si el proyecto es serio. Obviamente, esto jode a algunos que tienen más de cinco libros y no son llamados ni para cargar un balde de chicha. Pero ese no es mi problema. A esto sumo que no me gusta el mundillo literario, cuyos protagonistas están más preocupados en el selfie que en leer, y eso me apena, porque no son pocos los que anhelan ser vistos como narradores y poetas, cuando lo lógico es que sean lectores y luego escritores, es que es más fácil parecer, llevar a cabo una pose. Te lo firmo con mucha pena: a muchos escritores y poetas peruanos no les gusta leer.

¿Cómo manejas que tu opinión tenga importancia frente a las publicaciones que se hacen en la ciudad?
Mira, cuando reseñas un libro, una película o un disco, no eres libre de cometer errores. Hubo un tiempo en que comentaba de manera apurada y me arrepiento de haber caído en el apuro, porque después entraba en razón y me preguntaba cómo era posible que haya escrito bien de un libro que ahora me parece una mierda. A pesar de ello, en el apuro trataba de ser honesto. Por eso, si hay un libro a comentar, pueden pasar semanas y meses entre su lectura y la escritura de la reseña. El inmediatismo es una tara del reseñismo Made in Perú. Bueno, te hablé de la honestidad, pero no solo hay que ser honesto, también coherente, la coherencia hace que tu discurso quede a salvo, que tenga una ética. Ha sido pues la incoherencia lo que ha llevado a decepcionarme de críticos literarios como Javier Ágreda y Gustavo Faverón, uno por reseñar positivamente dos malos libros de la novia y el otro por leer personas y no libros.

 

UNA VIDA ALREDEDOR DE LOS LIBROS

LectorOrtegaSiempre has asegurado que en este rubro el cliente no siempre tiene la razón…
Por supuesto. Una cosa es ser vendedor de libros y otra librero. No es vender por vender. No sé de dónde ha salido eso de que el cliente siempre tiene la razón, que muy bien podría funcionar en la venta de jabones y electrodomésticos, pero no en el mundo del libro. Yo discuto mucho sobre libros, recomiendo lecturas y también aprendo de los lectores que han leído cosas que yo no. Ante todo, un librero es alguien que forma lectores y su importancia es medular hoy en día, porque hay mucha gente perdida sacando información de Internet, forjando su propio canon, lo cual no está mal, pero ese canon tiene muchas lagunas, vacíos, precipicios, y el deber del librero es poner las cosas en orden. O sea, no puedo pavonearme de leer a Tsutsui sin haber pasado por Tolstoi. Más de un posero de la lectura ha salido llorando de aquí, pero ha sido por su bien, y han vuelto.

¿Cómo definirías la historia de la literatura peruana?
La historia de la literatura peruana es bastante, bastante floja. Pero al mismo tiempo es una historia con bastante suerte. Por ejemplo, hablar de Ricardo Palma, el mayor escritor del XIX en América Latina; o hablar de Vargas Llosa o César Vallejo. Basta mencionar a Vallejo para darnos cuenta de la riqueza de nuestra tradición poética. Por eso, si la ves de lejos, la historia literaria peruana puede parecer floja, pero con luces, grandes luces que la salvan y justifican.

¿Cuál es el panorama actual de la literatura peruana contemporánea?
Estamos mal, tanto en narrativa como en poesía, estamos muy mal. Sin embargo, preocupa que se celebre la mediocridad. Los escritores peruanos están desenfocados de su objetivo, están al tanto si son invitados o no a una feria, si se les convoca a un congreso, si salen entrevistados en un diario. Ojo, el reconocimiento es lícito, pero ese reconocimiento tiene que descansar en una poética de calidad o por lo menos interesante. Cunde la frivolidad y el principio de no quedar mal con nadie. Y sin duda ese no es el camino. Mira, en las dos últimas décadas no tenemos una novela que sea una obra maestra, menos un cuentario que aspire a una referencialidad, ni un poemario a la altura de nuestra tradición poética.

Entonces, ¿es falsa la apreciación que señala González Vigil al decir que existe un boom literario peruano a nivel hispanoamericano?
Si nos dejamos llevar por la presencia de autores peruanos que publican en editoriales importantes de Latinoamérica y España, sí. González Vigil tiene razón. Estamos ante un Boom al que habría que prestar atención, si es que tienes suficiente tiempo para darte el lujo de perderlo. Hablamos de un Boom a nivel de presencia, lo cual no me sorprende, porque hoy en día es más fácil publicar y tejer contactos y relaciones. Lamentablemente ese Boom no tiene lazo alguno con la calidad literaria.

Crees que, como afirmaba Jean-Paul Sartre, en ¿Qué es la literatura? que el escritor debe estar comprometido con su tiempo y su entorno más cercano ¿Desde tu perspectiva dirías que ahora los escritores están realmente comprometidos con su tiempo?
Al menos yo tengo un compromiso contra la bestialidad, contra los escritores que no leen y que hablan como buenos y contra el maltrato a los gatos. De alguna u otra manera todos exhibimos un compromiso. Pienso en lo que dices de Sartre y, contra lo que muchos puedan pensar, no percibo adocenamiento en su pensamiento, sino que este es cada vez más real, aunque obviamente en distintos matices. En la actualidad el compromiso del escritor es más festivo. Ser festivo y figureti no es el problema, el problema viene cuando no honras tu discurso. Los escritores, hoy en día, están comprometidos con sus propios intereses. En el Perú hay mucho escritor que habla por las puras, y cuando ese discurso se pone a prueba, no dudan en venderse por tan poco. Me viene a la memoria más de un escritor de izquierda que durante meses y años no ha hecho otra cosa que no sea criticar la Marca Perú, que en sus palabras han convertido este país en un plato de ceviche. Pero no dicen nada cuando se les invita a una feria, como la de Bogotá, integrando una delegación que obedece a los mandatos de la Marca Perú. Eso es incoherencia, es dinamitar tu discurso gratuitamente. Claro, hay que hacer un aparte, destacar el ejemplo de Miguel Gutiérrez, un gran escritor que le dijo no a la convocatoria. Eso es coherencia, por las puras no es un grande.

Ahora en Colombia se acaba de desarrollar una las ferias del libro más importantes de nuestro continente y del mundo, en el que precisamente participa el Perú como país invitado. Quisiera saber tu opinión sobre cómo se desarrollan los eventos literarios en nuestro país, ya que, últimamente, han sido muy criticados; y sobre la comitiva que viajó a representando a nuestras letras.
Nuestra Feria Internacional del Libro debe ser una de las más risibles del continente. No hay capacidad de gestión. No hay criterio literario alguno. Lo más triste es que no hay voluntad, porque con pocos o muchos recursos sí pueden hacerse eventos que rocen la decencia. Espero que las cosas cambien, y tienen que cambiar porque más bajo de lo que estamos, no podemos estar. Como dije, hace falta voluntad. Y de la comitiva de la FILBO, en cuanto a los escritores, creo que es la más fuerte y coherente que hayamos podido ver, pese a que no me explico la inclusión de algunos escritores que carecen de una calidad literaria atendible. Nada me quita de la cabeza de que son buenas personas, pero Julia Wong, Roxana Crisólogo, Raúl Tola, Gustavo Rodríguez y Micaela Chirif no exhiben una obra que podamos decir buena, quizá en algunos interesante. Uno se pregunta entonces qué es lo que hace en verdad el encargado de la Dirección del Libro y la Lectura del ministerio. Se supone que se tenía que ir con lo mejor, con lo incuestionable, en vez de llevar a Crisólogo desde Finlandia, hubiesen invitado a Denisse Vega de Chimbote, a Orlando Mazeyra de Arequipa, o hubiesen contado con autores reconocidos como Rodrigo Núñez Carvallo, José Carlos Yrigoyen, Carlos Torres Rotondo, Martín Roldán Ruiz, y ahora que menciono a estos cuatro, uno cuestiona más porque son autores que han publicado libros más exitosos en lo comercial y lo literario que casi todos los escritores invitados a la FILBO, a excepción de Vargas Llosa, claro está. Esto me hace pensar en que hay un amiguismo, una argolla en el ministerio, y es un deber señalar estas criolladas porque no estamos hablando de una entidad privada.

 

 

 

 

 



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