Francisco Ángeles: “Quiero escribir libros en los cuales se pueda elogiar a la obra y no al autor”

Austin, Texas, 1979 (Animal de Invierno, 2014) es la segunda novela del escritor Francisco Ángeles, cuyo protagonista es un joven de 27 años que al tratar de salir de una crisis producto de su ruptura matrimonial se convierte en receptor de algunas historias personales, una de las cuales involucra su padre. Esta es nuestra entrevista con el autor de esta obra que seguramente figurará dentro de las mejores novelas peruanas de este año.

 

Por Jaime Cabrera Junco
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Francisco Ángeles (Lima, 1977) es un escritor peruano que actualmente reside en Estados Unidos, donde estudia un doctorado en Lenguas y Literaturas Románticas en Pennsylvania University. Fue director de Porta 9, una web literaria que marcó un hito en una época en que estas bitácoras no trabajaban aún entrevistas en video, y que ayudó a encender el debate en épocas en que las más encarnizadas discusiones literarias ocurrían en los blogs. Hablamos del año 2008. Es coeditor de la revista literaria El Hablador, espacio en el que se hacen exhaustivas disecciones de obras y autores, y es acaso el medio especializado en Internet de mayor vigencia en el Perú. En Lee por gusto tuvo a su cargo la sección El rescate, en el que comentaba y compartía un conjunto de cuentos de autores peruanos que aparecieron a inicios de la década del 2000. En 2008 publicó su primera novela, La línea en medio del cielo, y ahora ha vuelto a Lima para presentar Austin, Texas 1979. Esta es una novela que golpea, que tiene mucho nervio y que por eso mismo ya viene recibiendo elogios, no gratuitos, pues el libro por sí solo se defiende. Aun así nos pareció importante conversar con el autor para que nos comente algunos de los temas que el lector podrá encontrar en esta novela y conocer sus opiniones sobre sus intereses como escritor.

Si nos guiáramos solo por la distancia cronológica que hay entre la publicación de tu primera novela, La línea en medio del cielo, y Austin, Texas 1979, aparentemente hablaríamos de que te has tomado un tiempo prudente para publicar. Sin embargo, esta novela la empezaste a trabajar hace dos años. ¿Qué ocurrió en este lapso de seis años entre novela y novela?
Bueno, en realidad terminé de escribir La línea en medio del cielo en 2006, y entre ese año y el 2012 escribí un solo texto de ficción que es un cuento titulado Mario Vargas Llosa Premio Nobel de Literatura que escribí en el 2009 en un momento en que parecía imposible que ganara el Nobel. Esto, sin embargo, ocurrió precisamente un año después, con lo cual la primera impresión que tuve al enterarme de la noticia fue pensar en mi cuento y en darme cuenta en lo ridículo que quedaba ante una circunstancia externa. He sido un escritor muy frenético de adolescente -escribí novelas y cuentos que nunca publicaré-, pero en el momento en que eso se detuvo en el año 2001 o 2002, dejé de escribir tanto y nunca me he preocupado si paso por un momento de sequía, pues sé que esto va a volver. Tengo una relación tensa con la literatura, a veces pienso que nunca más voy a escribir o pienso que es inútil hacerlo, pero también creo que es lo más importante del mundo y que sin eso mi vida no tiene sentido. Entonces, en realidad haber pasado unos seis años sin escribir no me parece tan raro, no ha sido preparación para la novela o esperar, yo sabía que iba a llegar en algún momento mi nueva etapa de escritor y eso llegó en 2012 estando allá, en el doctorado, viviendo en Filadelfia y sí siento que tengo un impulso más grande que el que sentía en los últimos 10 años, durante los cuales no me sentía tan impulsado a escribir ficción y entonces ahora estoy escribiendo una tercera novela.

austintexasportadaLeeAlgunos escritores cuando se refieren al punto de partida de sus novelas hablan de una imagen, otros de una idea o frase. En tu caso, ¿cómo fue la génesis de Austin, Texas 1979?
Lo que pasa es que eso puede ser más visible en el caso de libros que están concebidos como novelas, entonces uno tiene que claro que quiere hacer una. En mi caso no tenía claro que quería escribir una novela, quería escribir algunas escenas que hasta cierto punto podrían verse que tienen relación con un diario que yo llevé en algún momento. El origen principal, o en todo caso el primer origen de la novela, sería la lectura de los diarios de Julio Ramón Ribeyro que realicé cuando tenía 13 años más o menos. Desde ese momento tenía previsto que la forma del diario me acomodaba mucho, siempre pensé que el diario era algo cercano a mí y que disfrutaba como lector, pero también escribir. Por lo tanto, el origen de esta novela tiene que ver con cierta atracción y deseo por la forma del diario más que con la forma de una novela.

La línea en medio del cielo era un «policial metafísico» -en palabras de Fernando Ampuero. Tú mismo decías que era evidente el tributo a Ricardo Piglia en este libro. En cambio Austin, Texas 1979 es una novela en la que se exponen las emociones y que además añadiría que tiene nervio y por momentos tiene cierta carga nihilista. ¿Qué podrías comentarnos tú como autor?
Nihilismo…no sé…el nihilismo es una sensación común en la adolescencia por lo menos para gente que se dedica al arte y cultura. No creo que sea nihilista porque el personaje es un postadolescente, es una persona madura, tiene 27 años y ha estado casado durante seis años, y es un tipo desencantando, decepcionado, sin rumbo. En cuanto a las influencias, esta novela implica una ruptura con referentes previos como Piglia, es lo que he intentado hacer, pero también está llena de homenajes. Ahora no sé si son tan importantes los homenajes, pero está lleno de personajes cuyos nombres remiten a alguien. Hay un personaje que sí tiene un nombre que es clave y saber por qué se llama así le daría un sentido adicional, pero no voy a decir cuál es. No me gusta cuando alguien lee una novela que le parece mala y de pronto viene alguien y le explica que el autor estaba hablando de tal o cual cosa. Eso es como explicar un chiste, es algo que no debe ocurrir. Reivindico el placer primario que la lectura puede producir en el lector y si adicionalmente a eso se puede darle otros sentidos, me parece perfecto. Creo que esta novela los tiene, pero eso no es tan importante.

Y es entonces que en esta novela has querido expresar más emocionas a diferencia de la primera novela.
Sí, la primera novela de alguna manera era tributaria de ideas de los 90 en más de un sentido, que tiene que ver con la falta de nombres propios y de lugares precisos. En ningún momento se menciona Lima ni San Marcos ni Fujimori. El origen de este personaje principal, Ignat, tiene que ver con una indiferencia hacia una realidad política muy fuerte. En esta novela quise también contar cosas que permitan al mismo tiempo proponer algo para la literatura peruana que había pensado ya para La línea en medio del cielo como primer objetivo, que ahora mantengo pero también con otra mirada que es transmitir emociones y provocar al lector una comprensión mejor de cosas que le han pasado. Estoy hablando de temas que son arriesgados porque son comunes: separación, frustración, depresión, miedo, incomunicación, dificultades para instalarse en el mundo…o sea estas cosas que son cotidianas. Estoy intentando con eso llegar a un punto en que el lector pueda sentir como un foco que te ilumina y te hace ver las cosas desde otros puntos de vista.

francisco3LeeLa novela está dividida en tres partes, pero en todas ellas está presente Pablo, un hombre de 27 años que acaba de separarse de su esposa -se casó a los 21- y desarrolla una crisis emocional que lo lleva al psiquiatra. La segunda parte es el eje central de la novela, tal es así que le da el título, y nos muestra al padre del protagonista haciéndole una revelación. En la tercera parte el protagonista actúa, intenta cerrar el círculo. Cuéntanos sobre la arquitectura de la novela. ¿Cómo fue el proceso de escritura, si acaso escribiste algunas versiones antes de esta que tenemos en manos?
Bueno, la escritura de este libro ha sido relativamente rápida. Digamos que han sido dos años, pero el tiempo efectivo cuatro meses. Nunca escribo más de una versión, me parece demasiado trabajo y no sé si va a salir mejor. Sí corrijo, por supuesto, y voy haciéndolo mucho en la medida que voy escribiendo. Lo que hago es eliminar capítulos, por eso las correcciones son para mí un maquillaje último. Cuando leo los textos míos o ajenos me doy cuenta en tres líneas si tiene vida o no la tiene, y si se trata de esto último no hay cirugía que la pueda cambiar. Además, quiero aclarar que soy un escritor muy intelectual, con muchas lecturas teóricas y todo, y esto lo recalco porque quizás estas cosas que digo pueden sonar a escritor desinteresado de una literatura compleja. Soy un escritor interesado en una literatura difícil y profunda, pero habiendo pasado por esto ahora reivindico también ese vértigo y gancho que genere placer en el lector. Quiero leer libros y escribir libros en los cuales se pueda elogiar a la obra y no al autor, que me parece que es algo que ocurre. No es muy común encontrarse con reseñas positivas que elogien al libro.

Que el libro se defienda solo…
Sí, el libro tiene que seducir, no sé si se defienda solo. Alguna vez Enrique Prochazka tuvo una alguna polémica con alguien sobre este tema, y estoy de acuerdo con él en que un autor tiene que defender a su libro y pelear por él. Entiendo que cada persona puede tener su lectura, pero tampoco tiene que ser silenciado. En el caso de esta novela me gusta hablar de ella, lo vengo haciendo hace buen rato, me gusta conversar con las personas que puedan eventualmente opinar sobre ella. Creo que mi lectura es legítima como la de ellos también.

Hay otro aspecto que me llamó la atención y que de alguna forma lo has mencionado ya, pero que podrías ampliar aquí. Los personajes de la novela buscan compartir una historia del pasado, como buscando liberarse de algo o preguntándose si acaso su vida pudo ser distinta a la actual. ¿Este aspecto lo pensaste así?
Creo que la novela está construida de varias formas, pero el relato es muy importante, los personajes están contando historias siempre. El narrador, Pablo, le cuenta historias a su psiquiatra. Adriana, la chica con la que tiene esta especie de amistad un poco extraña, le cuenta una historia, y luego su padre también le cuenta a su vez una historia a él. Pablo, por supuesto, es el que está contándonos su historia. A mí me parece que hay un doble juego en el relato de las historias: por un lado está que la gente necesita transmitir sus historias, pero no lo veo como una catarsis, un desfogue, sino que creo que necesitan el relato para comprender cuál es su posición. Creo que ese es el núcleo de mi literatura. Tengo apenas dos libros y puede sonar muy ambicioso decir «mi literatura», pero una de las cosas que une a mis dos novelas es que hay una necesidad de comprender la situación en la que uno se encuentra. Siento, además, que en el acto de escuchar el relato vital de otra persona uno va encontrando cosas que se asemejan mucho a su propia experiencia y eso le puede servir como para darse una idea mejor de lo que le ha ocurrido. Entonces, el relato termina siendo un regalo para uno mismo, pero también puede terminar siendo un regalo para alguien más, que en mi opinión es lo que ocurre en la segunda parte de la novela.

flyerRecuerdoFcoHay, asimismo, una ineludible influencia de Piglia en la novela. Me refiero a la parte en la que se menciona cómo una lectura incorrecta puede cambiar el orden de las cosas. En esta alusión al guerrillero Luis de la Puente Uceda, por ejemplo, quien interpreta de manera errónea las lecturas del Che Guevara y Regis Debray y esto le cuesta la vida
Esa es una de las cosas piglianas que están en el origen de la novela, porque cuando uno tiene estampado el ADN por mucho que reniegue, creo que hay cosas que van a seguir allí por mucho tiempo. A veces pienso que la influencia se toma de manera muy superficial, que es la sintaxis, la construcción de las frases, el estilo y tono. Creo que la influencia real es mucho más invisible, pero es más profunda y más compleja y tiene que ver con las ideas que están en el fondo del texto. En este caso lo que está detrás de la obra de Piglia que es una lectura de Borges, es la lectura de cualquier cosa. Si uno lee un manual de guerra y lo hace mal, puedes terminar asesinado. Creo que esa escena resume la novela, es la imagen que lo condensa. Pensé que iba a ser más caleta eso, pero hay varias personas que me lo han mencionado. A todos los personas les ocurre que tienen una lectura del relato social que te dice qué es lo que tienes que hacer con tu vida, sus destinos están marcados con esta lectura.

¿Con Austin, Texas 1979 has encontrado una voz, un estilo que en la tercera novela en la que ya estás trabajando buscas consolidar o piensas buscar algo distinto?
Siempre voy a buscar cosas distintas pero moviéndome dentro del mismo esquema. Siento, y me lo comentaron muchas personas que leyeron la primera novela (La línea en medio del cielo), que en la segunda mitad de esta hay una voz propia muy marcada, y creo que en esta novela está también. Ahora esta tercera novela va a tener mucha relación con estas dos anteriores, que son aparentemente diferentes, pero creo que la tercera va a ser como un desarrollo de las dos. Ahora, lo del estilo, sintaxis, escritura, me siento cómodo con las frases largas, incluso con palabras repetidas, me gusta que el lenguaje corra como más o menos como fluye un relato oral, nunca me ha interesado como recrear el habla oral, pero siempre me ha gustado intentar recrear voces, no que representen a alguien, sino una voz personal de quien está contando un relato oral. Creo que más o menos en esta línea voy a continuar acá y espero, obviamente, hacerlo mejor. No vislumbro una ruptura grande con mi obra previa. Lo que me gustaría es una ruptura cada vez más grande con lo que se hace en literatura peruana, Lo he intentado hacer desde el primer libro, creo haberlo hecho, con esta novela también. Y la tercera novela creo que va a ser una ruptura más radical con todo.

 

 

LA EXPERIENCIA DE PORTA 9 Y LA LITERATURA PERUANA

Estamos reunidos en un pequeño departamento de Miraflores, muy cerca del Parque Reducto. Francisco se sirve un vaso de whisky en las rocas antes de empezar la entrevista. El día es gris y a las cinco y media la noche empieza a asomarse. Un día antes de nuestro encuentro, en una entrevista en televisión, confesó que había estudiado dos años de Economía en la Universidad del Pacífico. Luego indago sobre esto. “¿Querías ser economista?”, le pregunto. “Mis padres no me presionaron, pero en el momento que terminé el colegio sentí que había presión para no ser escritor. Cuando mi papá mencionaba que quería ser escritor mis familiares le decían que debía hacer algo más productivo”, responde. Luego estudiaría un año de Sociología en la Universidad Católica y lo dejaría para viajar a Miami, donde realizó trabajos físicos. “Esa experiencia en Miami fue consecuencia directa de Ribeyro, era como la búsqueda de la vida de escritor precario que se la busca como puede”, recuerda. Luego de año y medio volvió a Lima e ingresaría a San Marcos a estudiar Literatura, donde conocería a amigos que tenían las mismas inquietudes que él, y con los cuales desarrollaría proyectos como el de Porta 9, una web donde se publicaban reseñas, artículos y entrevistas a escritores peruanos y extranjeros, las cuales eran realizadas por Francisco y que aún se pueden ver en YouTube. “El nombre originalmente iba a ser Porta 7, porque nos reuníamos en un bar de esa calle de Miraflores. Pero cuando abrí la web ya existía una página con ese nombre, y vi que estaban disponibles los números 6,8 y 9. Y me parecía que mejor sonaba el 9, y por eso quedó como Porta 9”, responde. Lo curioso es que no existe la calle 9 de Porta. Pero eso no importa.

Francisco5Lee¿Cómo te ubicas como escritor en el panorama de la narrativa peruana actual? ¿Qué afinidades tienes con otros autores, a quiénes te consideras más próximo?
En la presentación en la Feria del Libro de Bogotá dije algo que creo a muerte, que es que a nuestra generación -que publicó en la segunda mitad de la década pasada-, podría ser tranquilamente la mejor generación de la literatura peruana. Al menos aspiro a eso, a ser parte de un grupo de escritores que pueda ser un grupo muy fuerte, con una obra sólida. Espero en unos diez años escribir tres novelas más -en total tendría cinco-, me gustaría que otras personas hicieran lo propio con libros que impliquen para mí una ruptura con lo anterior. ¿Ahora esa ruptura con lo anterior por dónde circula? Para mí circula básicamente con una problematización de lo peruano, o sea no necesariamente dejar de ser peruano. Me parece que sí habría que problematizar lo peruano, pero no solucionarlo. Por eso tengo ciertos problemas con novelas de reconciliación, no me gustan novelas canónicas como País de Jauja, no es lo que a mí me interesa, pueden ser muy valiosas, muy buenas, pero no es lo que quiero, no es lo que pretendo. A mí me gustaría pensar en una literatura que si es peruana, no sea para proponer un tono de conciliación entre dos mundos. Eso está fuera de mi experiencia, no es algo con lo que me identifique ni me interese, y no creo que la política pase por allí. Sigo pensando que la mejor literatura es política, lo que pasa es que no tiene que seguir siendo en un sentido explícito, una literatura no es política porque hable de Sendero Luminoso, al contrario, a mí me da la impresión de que es apolítica porque habla de Sendero Luminoso. Habría que pensar en qué significa hacer una literatura política y cuál es el papel de la nación dentro de esta literatura. A mí me gustaría que la generación vaya hacia allí, que cree un paradigma de escritura, que haya como ciertas corrientes y lineamientos generales que, por supuesto, todos vamos a traicionar, pero que podemos hacernos una idea de un conjunto de escritores, escribiendo bien y las circunstancias son muy propicias para eso.

En una entrevista con la Red Literaria Peruana mencionaste que la presencia de la política en la literatura no debe estar restringida a ser un reflejo de la Comisión de la Verdad ni de Sendero Luminoso. Lo percibí como una crítica a las novelas peruanas que abordan la guerra interna, ¿es así?
Sí…no es mi camino, creo que debería haber más debate sobre esto. Creo que es complicado hablarlo ahora y responderlo en 30 segundos, es difícil, pero tampoco voy a escaparme. Sí, claro, por supuesto que es una crítica porque a mí me gustaría que se discuta más sobre este tema. ¿Qué es lo que me gustaría que se discuta? No me gustaría que se repita «necesitamos recordar nuestro pasado», «la memoria es importante porque de lo contrario estamos condenados a repetir nuestro pasado»…me gustaría que se discuta cuál es la función de la literatura sobre la violencia política hoy. Primero como comprensión del fenómeno. O sea, ¿qué aportó la literatura que no haya aportado el trabajo de la sociología? ¿Qué más nos dio? Y lo otro, que es un tema importante, es analizar desde dónde estamos pensando en la guerra interna, desde dónde estamos pensando esta situación con Sendero Luminoso ¿desde un final de un país en una situación maravillosa, donde todo funciona de una manera alucinante? ¿Estamos en el país de las maravillas y desde allí estamos recordando ese pasado al que no queremos volver? ¿O es que acaso estamos en una situación de conflicto permanente?

En la época de Porta 9 buscaste tener una apertura literaria que te llevó a viajar a otras ciudades del Perú a buscar a autores cuyas obras no se conocían en Lima. Confesaste que la experiencia te dejó por momentos cierto desencanto. ¿Qué reflexión tienes sobre esta experiencia desde el punto de vista literario?
Creo que es necesario y ese fue uno de los objetivos principales que tuve y que me llevaron a abrir esa web. Además, en ese momento no era alguien que viajara mucho por el Perú, esto nació con un interés netamente literario, de buscar gente en otras ciudades y quería conocerlos y ver qué están haciendo, y encontré cosas alucinantes, como en Chimbote que fue el primer viaje. Ahora la falta la cabida en medios, son temas como para hablarlos en toda una entrevista, me parece que es cierto que no se le dan mucha cabida aunque tampoco estoy muy convencido si para ellos debería ser un lugar de llegada necesario, tal vez sí es un poco como la decisión de publicar en España, si se necesita la legitimación de afuera. Es difícil encontrar una respuesta, pero tampoco creo que desde Lima se tenga que perpetuar esta legitimación para un escritor que escribe desde Chimbote, Moquegua o de cualquier lugar del Perú. En mi caso buscarlos era un interés personal. Quería saber si la literatura tenía una existencia más allá de los pequeños espacios a los que estamos acostumbrados.

francisco4LeeAdemás de Ribeyro, dentro de la literatura peruana, ¿qué obras y autores fueron importantes para ti?
Me parece que esta novela (Austin, Texas 1979) se mueve bastante cerca del libro de cuentos Otras tardes, de Luis Loayza. El primer libro de Iván Thays, Las fotografías de Frances Farmer, a mí me gusta mucho.

¿Cómo influye y/o afecta tu labor académica en Estados Unidos tu quehacer literario? Tanto a nivel de lector como escritor
Afecta muy positivamente. Primero porque construyo una perspectiva crítica mucho más compleja que no tuviera de no estar en ese espacio. Gracias a la formación académica, a la lectura de textos literarios y no literarios, puedo construir un lugar de lectura muchísimo más rico. En segundo lugar porque me da un entrenamiento cotidiano e intenso de lectura y escritura, es decir, leo mucho más que antes, escribo mucho más que antes, y por lo tanto estoy mucho más capacitado cuando llega el verano y cambio el chip y empiezo a escribir ficción siento que todo es mucho más fácil como que tengo un dominio de la escritura, así que creo que esta experiencia es muy importante.

¿La distancia te ha dado una mayor perspectiva tanto a nivel de tus recuerdos como en el reconocimiento de que la acción en tus novelas transcurra en Lima?
No, la distancia no me acerca al Perú para nada. No sé si me aleja, en esta época uno está lo más conectado que puede estar…por otro lado estaba pensando recién ahora que uno finalmente se mueve por un pequeño sector de la ciudad, o sea uno dice voy al Perú, voy a Lima, pero yo por lo menos me muevo dentro de sectores pequeños, los que habla mi novela básicamente. Entonces no sé si es tan diferente aproximarse a la experiencia peruana desde Filadelfia que desde acá. Creo que es igual verlo allá que en Lima. No siento que me aleje o que me acerque al Perú. Pero me aleja quizás indirectamente, porque me importa mucho las otras realidades que conozco, como Filadelfia u otras ciudades alrededor. No quiero escribir sobre Lima o sobre el Perú toda mi vida.

¿Esta segunda novela te ha reconectado con la literatura? Hablaba en un inicio de esta pausa de seis años entre tu primera novela y esta segunda
Sí, sí, totalmente. En serio. Porque mi relación con la literatura de tensión permanente que la tengo desde los 15 años, de amor-odio, está como en su etapa de romance otoñal. Hoy sí siento que con la literatura tengo una relación cercana, con la escritura de ficción en general, tengo una relación muy íntima y creo que es un romance que va a durar un buen rato y estoy con muchas ganas de seguir escribiendo y con ganas de leer novelas y seguir pensando. Y lo voy a hacer cada vez mejor.

 

 

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE FRANCISCO ÁNGELES

1. Una cuestión personal, de Kenzaburo Oé.

2. Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi.

3. Apuntes autistas, de Alberto Fuguet.

4. Insensatez, de Horacio Castellanos Moya.

5. (ella), de Jennifer Thorndike.

 

 

 



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