Fernando Carrasco: Traiciones y venganzas a ritmo de bolero

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Comentamos el libro de relatos “Bolero matancero”, del escritor Fernando Carrasco, una obra donde la muerte y la venganza aparecen teniendo a la música como telón de fondo.

 

Por Fernando Morote*

Es un error repetir, como suele hacerlo la masa irreflexiva, que “todo tiene solución, menos la muerte”. Los diez relatos que componen Bolero matancero (Ediciones Altazor, 2014) de Fernando Carrasco Núñez refutan esa torpe teoría popular y plantean, en cambio, que “la muerte es la solución”.

La muerte es la marca de la casa en la narrativa del escritor nacido en Lima en 1976. Así lo recalca su expresa mención en los títulos de sus anteriores libros, Cantar de Helena y otras muertes (2006) y La muerte y otras traiciones (2009).

Esta nueva entrega, igual que en un antiguo disco de 45 revoluciones por minuto -en este específico caso un Long Play-, se encuentra dividida en Lado A y Lado B. El primero ofrece el homicidio, el segundo el suicidio, como eficaces vehículos para ajustar ciertas cuentas con otros y con uno mismo.

Son historias terribles, conmovedoras, escalofriantes, cuyos protagonistas están muy lejos de ser ascetas o alguna especie de seres iluminados. Se trata de hombres y mujeres ordinarios con un severo dolor en el corazón, a quienes el odio y el rencor les carcome las entrañas.

El lector, sin justificar los comportamientos o las decisiones de los personajes, no puede evitar ponerse de su lado a partir de la identificación y la comprensión de sus sentimientos.

El fondo musical, rico por supuesto en boleros, pero también en baladas, cumbias, valses y guarachas, es acompañado –como no podía ser de otra manera- por una importante y deliciosa cantidad de cervezas heladas y piscos acholados.

Los escenarios, encabezados por la gloriosa rockola, se turnan entre la humilde condición de viviendas familiares y la encantadora sordidez de bares, cantinas y burdeles.

La atmósfera de violencia social acentúa la miseria interior sufrida por los individuos en cada episodio.

Carrasco es un acucioso observador que presenta un panorama honesto del retorcido espíritu humano, sorprendiendo con sentencias demoledoras como: “Había descubierto con sorpresa y resignación que la vida consiste en ir perdiendo, poco a poco, a los seres que no se ha sabido amar a plenitud y afirmaciones incuestionables como: “He vuelto a beber para aislarme de todo: siempre he creído que la realidad no merece una lucidez permanente de nuestra parte”.

Con lenguaje finamente trabajado, los cuentos generan una dosis bien distribuida de tensión, angustia y suspenso. Algunos de sus finales son deliberadamente ambiguos, lo cual constituye una cualidad, pues conceden la libertad de ser interpretados a criterio, aunque hay otros que resultan menos difíciles de predecir.

Otra cuidada edición de Ediciones Altazor, con magnífico diseño de carátula y elegante diagramación, incluyendo un picante comentario de Oswaldo Reynoso en la contraportada.

 

 

 

Fernando Morote (Piura, Perú-1962). Autor de las novelas “Los quehaceres de un zángano” (2009) y “Polvos ilegales, agarres malditos” (2011), los libros de relatos “Brindis, bromas y bramidos” (2013) y “La cocina del infierno” (2015), y el poemario “Poesía Metal-Mecánica” (1994). Colaborador del Periódico Irreverentes de Madrid donde escribe, entre otros temas, artículos sobre cine clásico. Actualmente vive en Nueva York.