Bernd Zettel, el traductor que se cansó de reescribir textos de otros

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Traductor e intérprete de profesión, Bernd Zettel (Lima, 1948) ha publicado su segunda novela titulada Purificación de Tomás, donde los temas centrales son los celos enfermizos y la dependencia emocional y sexual.

 

Por Jaime Cabrera Junco

Tomás es un traductor que hastiado de su carrera decide abrir una agencia de viajes en Barcelona. Tiene una relación con Margaret, una mujer bastante mayor que él. Cerca de los 40 años, Tomás practica deportes aunque no es un playboy. Todo se altera cuando aparece Purificación, una mujer joven, impulsiva y coqueta que lo seduce tomando las riendas de una relación intensa. Aunque el argumento parece conocido, Purificación de Tomás (Grupo Editorial Mesa Redonda, 2014), no es exactamente una novela erótica ni pretende serlo. Eso es lo que nos dice Bernd Zettel (Lima, 1948), un traductor graduado como intérprete en Alemania que sintió la necesidad de escribir sus textos propios y dejar de reescribir los de otros.

 

Su primera novela, Lima, la fácil, la publicó en 2006, cuando tenía aproximadamente 58 años. ¿Siempre quiso escribir ficción o esta vocación despertó recién por ese entonces?
Durante toda mi vida profesional como intérprete y traductor, el idioma ha sido mi herramienta de trabajo. Aunque la traducción simultánea en conferencias internacionales y la redacción de textos vertiéndolos de un idioma a otro son actividades exigentes y gratificantes, carecen de creatividad. Mentiría si dijera que siempre quise escribir, pero mi interés por redactar textos narrativos propios fue creciendo en el transcurso del tiempo. Y el factor detonante fue una conferencia organizada en un auditorio en medio de una reserva natural, dedicada a acoger aves exóticas abandonadas. Habían instalado la cabina de traducción simultánea en una jaula muy grande de papagayos, al fondo del auditorio. Al verme traduciendo, es decir, repitiendo lo que otros decían estando yo en una jaula de aves que, precisamente, hacen eso: repetir sonidos humanos sin aportar nada propio, me reí de mí mismo y decidí que tenía que producir algo personal. Pronto después empecé a escribir Lima, la fácil, una novela autobiográfica, algo común para una primera obra.

 

Me llamó la atención el título de Lima, la fácil, parece un guiño a Lima, la horrible el ensayo de Sebastián Salazar Bondy
Salazar Bondy se refirió a las estructuras sociales y a la mentalidad del limeño, esgrimiendo argumentos críticos en su ensayo que publicó en 1964, y que trascienden hasta el día de hoy. Los años sesenta coinciden con la época de la escenificación de Lima, la fácil. Lima fue fácil en el sentido que las reglas de juego eran simples en una ciudad relativamente pequeña, con estructuras sociales muy definidas, rígidas y arcaicas, utilizadas como telón de fondo en la novela, y coincidentes con la apreciación de Salazar Bondy. No hay relación directa entre Lima, la horrible y Lima, la fácil, pero la historia narrada en mi novela sí se desenvuelve en el entorno descrito y criticado en el ensayo.

 

Usted ha vivido en el extranjero hasta 2005, ejerciendo como traductor en Alemania y España. ¿La distancia le hacía evocar algunos recuerdos que luego se tradujeron (valga el juego de palabras) en ficción?
En el caso de Lima, la fácil, eso es evidente. Más aun considerando que se trata de una obra autobiográfica. Esa novela la terminé de escribir viviendo aún en Europa. Pero Purificación de Tomás se ubica principalmente en Barcelona, la Costa Brava catalana y Madrid, con algunas pocas escenas en Alemania. Y esa novela la escribí ya estando de vuelta en Lima. El único nexo que tiene Tomás -el personaje principal de la novela- con el Perú, es que él proviene de Lima, lo que explica ciertos rasgos de su personalidad. Gracias a su pregunta me llama la atención que estando en Europa escribí una novela escenificada en Lima, mientras que estando en Lima escribí otra novela emplazada en Europa. Curioso…

 

Definitiva Portada_PdT_LPGSu segunda novela, Purificación de Tomás, tiene desde el título un sentido distinto al que podríamos captar sin leer la novela. Purificación es uno de los personajes que no solo seduce a Tomás sino que lo lleva una situación de dependencia sexual. Es ella la que tiene la posesión de la relación y no al revés.
Es cierto: el título puede hacernos pensar que se trata de un acto religioso, de la acción de devolver al cuerpo su pureza. Y Tomás es un nombre bíblico, de apóstol y mártir. Pero el verdadero sentido del título se desvela en el transcurso de la novela: Tomás se libra del yugo sexual de Purificación. Me gustó el antagonismo de los sentidos posibles del título, confiriéndole quizás también al sexo un matiz mítico, casi religioso. Pero para evitar confusiones fue indispensable que la portada contrastara drásticamente con las palabras del título. Las largas piernas cruzadas sobre fondo negro, no dejan lugar a dudas sobre el contenido erótico de la novela. Pero no es una novela erótica. Los episodios eróticos son un vehículo indispensable para entender el tema principal: la nefasta combinación de celos enfermizos y dependencia sexual. Ella es la celosa, él depende sexualmente de ella. Ella pronto se da cuenta que él está dispuesto a aceptarlo todo, a someterse hasta la denigración, con tal de no perder sus encantos físicos. A partir de ese momento, ella da rienda suelta a sus arrebatos de celos y disfruta evidentemente de la sumisión de Tomás. La opresión del hombre por una mujer celosa y sensual a la vez, es bastante más frecuente de lo que se pudiera creer. Cuando decidí escribir sobre el tema y conversé sobre mi intención con amigos, me sorprendió cuántas personas confirmaron haber tenido vivencias de ese tipo, de mayor o menor intensidad. Un tema complementario en ese contexto, es el de la fidelidad preventiva. Me explico: quien sufre de los celos de su pareja, trata a toda costa de evitar situaciones que podrían despertar suspicacias. Te encuentras con una amiga que no has visto en diez años, y en vez de sentarte con ella a tomar y café y ponerte al día, te despides con cualquier excusa para evitar ser visto con ella. Entras en un restaurante con tu pareja y ves que en la mesa contigua a la que ella escogió hay dos bellas mujeres; haces todo lo posible por sentarte de espaldas a ellas. Son medidas que delatan la coerción que sufres y que inhiben tu personalidad. Otro tema que me pareció interesante abordar en la novela es el de la amistad masculina. Tomás tiene un amigo extraordinario, incondicional. Y Purificación no tolera que otra persona tenga confidencias con su pareja, por lo que hace todo lo posible por dañar esa amistad. Celos, en sus más variadas manifestaciones.

 

La novela está inspirada en parte, afirma, a una experiencia similar que vivió su hermano. La pregunta que cabe aquí es, ¿cómo fue distanciando la ficción de la realidad? Es decir, desde el punto de vista narrativo, ¿cómo fue el proceso de construcción de la novela para que sea tal y no estemos ante un texto de no ficción?
Preguntémonos primero, ¿qué es ficción? Consultemos el DRAE: «Clase de obras literarias …, generalmente narrativas, que tratan de sucesos y personajes imaginarios». Siendo estrictos, según esta definición, no existe obra narrativa de ficción pura. Aunque el autor narre una historia imaginaria, sus personajes y los escenarios bien pueden tener una referencia real. ¿Por qué inventar lugares, personas o profesiones, si puedes recurrir a lo que conoces? Si el escenario de una novela es, por ejemplo, Roma, no puedes inventar la ciudad, tienes que ser preciso, real. Si describes a un personaje que tiene una profesión determinada, no puedes inventarte lo que hace, por ejemplo, un ingeniero. También tienes que ser exacto y verídico. Por lo tanto, si escribes una novela, por qué no recurrir a escenarios y profesiones que conoces, por qué no recurrir a personas que te son familiares. Entonces, disponiendo de los lugares, de personajes -que pueden ser bastantes- y actividades -que pueden ser muchas y diversas-, todos reales, los desmenuzas, los revuelves y mezclas, y creas personajes que ejercen profesiones que no son las de sus referentes, en lugares que originalmente no les corresponden, y que tienen un carácter producto de la mezcla de varias personas que conociste como escritor. Entonces estás armando una novela de ficción en base a personajes, lugares y actividades reales. Eso le da a tu texto la credibilidad que debe tener, aunque sea ficción.

 

¿Qué le ha comentado su hermano Armin sobre la novela?
Mi hermano sabía que estaba escribiendo la novela, pues sostuve prolongadas conversaciones con él sobre el tema de los celos. No solamente sobre los que conocía él por experiencia propia. También hablamos sobre otros casos de celos enfermizos. Lamentablemente falleció antes de concluir yo la novela.

 

¿Por qué escribir ficción más aun en un país como el nuestro en el que se lee poco?
Aplicando esa misma lógica, nadie debería escribir en el Perú. Creo que, exceptuando quizás los internacionalmente reconocidos, ningún escritor peruano podría vivir únicamente de sus obras. Si escribes, es porque te gusta, te apasiona. Es una actividad envolvente, fascinante, dolorosa a veces, gratificante la mayoría del tiempo. Te enfrascas en la escritura, pierdes la noción del tiempo, te zambulles en el mundo que estás creando. Sueñas con tus personajes, te despiertas en medio de la noche para hacer algún apunte, para no olvidarte. Y esa dedicación la tienes independientemente de dónde vives, para qué público escribes. Es más, escribes sin saber si siquiera una sola persona va a leer tu obra. Escribes porque te gusta, no para gustar.

 

Hay escritores que siguieron escribiendo hasta muy avanzada edad, ¿se vislumbra así?
Sí, seguiré escribiendo, y posiblemente cada vez más, mientras que la salud, la mente y la fantasía me acompañen. Digo que cada vez más, pues en el transcurso de los años tendré que ir dejando de lado otros intereses y aficiones que también me fascinan, pero que requieren de cierta capacidad física.

 

 

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE BERND ZETTEL

1) La metamorfosis, de Franz Kafka.

2) El amor en tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez.

3) La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa.

4) ¿Por quién doblan las campanas?, de Ernest Hemingway.

5) El tambor de hojalata, de Günter Grass.

 

 



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